Los dirigentes del PSOE se han tirado de un puente sin fijarse si tenían cuerdas de seguridad. Se precipitan al abismo por dirimir si se abstenían o no para dejar gobernar a Rajoy y al PP. O lo que es lo mismo como consecuencia: si se convocaban o no unas terceras elecciones. Cualquiera de las dos decisiones era mala para los socialistas. Y con esta disputa estéril protagonizan uno de los esperpentos más terribles de la historia política de España, en el que las imágenes de su realidad cotidiana revientan los espejos. Aún puede ser peor, aunque no lo crean, para el PSOE. Si gobierna Rajoy y se impone desde Bruselas una nueva vuelta de tuerca de ajustes y recortes, el PP verá en la oposición emerger con fuerza la figura de Podemos, al que se intentaba combatir, mientras los socialistas corren el serio riesgo de ser durante mucho tiempo una figura irrelevante.
