La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dando la lata

Planes frustrados

Si es que no aprendo. Y mira que ya voy teniendo años como para haber escarmentado. Pues no hay manera. Mi lotera de cabecera me aseguró que, con absoluta certeza, los 140 kilísimos del sorteo de Euromillones llevaban mi nombre escrito. Y la creí. Viniendo de una persona experta y de confianza cómo no te vas a fiar. En consecuencia, hice la apuesta correspondiente y, acto seguido, comencé a desarrollar los planes de mi inminente nueva vida de multimillonario. Y puesto que era previsible que en los primeros tiempos estaría bastante atareado colocando debidamente el fortunón, me lancé a finiquitar las ocupaciones presentes. Incluso llegué a redactar la carta de dimisión de todos mis cargos en la tertulia del contenedor. Que hay que ver lo complejo que puede llegar a ser eso de pasar página. Una cantidad tremebunda de papeleo para abandonar esta modesta existencia y zambullirme en la abundancia extrema. Pues creo que ya lo tenía casi todo preparado cuando se celebró el sorteo y? bueno, no lo van a creer, pero no me tocó ni un céntimo. No salió ninguno de mis números, o sea, lo habitual. Al principio me quedé petrificado, incapaz de reaccionar. Después, la incredulidad fue convirtiéndose en furia. Investigué un poco y hallé el número de teléfono de los responsables del dislate, a los que llamé y puse a bajar de un burro, exigiéndoles la anulación del sorteo y su repetición, asegurándome de que anotaran correctamente la combinación de mi apuesta. Me ignoraron. Y con las mismas fui a ver a mi lotera, la verdadera conocedora de la situación y del error cometido. "Eso se lo digo a todos los pelmazos que vienen aquí exigiendo que el suyo sea el boleto ganador. Y nadie, salvo tú, se lo toma al pie de la letra. Enhorabuena, puedes estar orgulloso", me espetó. Qué falta de seriedad. Lo dicho, no puedes fiarte de nadie, la gente falla más que una escopeta de feria y ahora tengo que ponerme a deshacer toda la planificación, comenzando por dar explicaciones en casa. Y no creo que la noticia vaya a caer demasiado bien en el entorno familiar. A ver cómo salgo del atolladero.

Compartir el artículo

stats