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La Revolución de Asturias en Sotrondio

Crónica de los acontecimientos en la localidad durante octubre de 1934

Se cumplen este mes de octubre 82 años del movimiento revolucionario que, durante los días transcurridos entre 5 y el 17 del citado mes de 1934, vivió Asturias como las peripecias de una auténtica guerra civil. Pero el motivo de esta crónica no es su análisis, ni ver sus causas y consecuencias, pues se han escrito desde todos los ámbitos y en su decir todos han tenido su razón.

Hemos indagado en las hemerotecas buscando escritos que nos den conocimientos que nos ayuden a interpretar lo acontecido. Una tarea ardua difícil, pues en los días señalados no hubo prensa, pero sí hemos encontrado documentos escritos en días posteriores que reflejasen parte lo acontecido.

Leamos el diario "Noroeste": "En Sotrondio: el primer chispazo revolucionario en Asturias". Así empieza una crónica publicada en el diario "Noroeste" el 23 de octubre de 1934, donde el movimiento fue dirigido por Críspulo Gutiérrez García, uno de los grandes revolucionarios de la Revolución de Asturias de 1934, minero, sindicalista y político. Durante la guerra civil fue comandante del Batallón Sotrondio.

Nuevamente nos lanzamos por las carreteras de Langreo, en busca de noticias sobre los sucesos revolucionarios registrados en los pueblos de aquella cuenca en algunos de los cuales llegaron a adquirir extraordinaria gravedad.

En la carretera de Sama a Laviana, nos encontramos con una columna de fuerzas del ejército, que se desplazaban a Sotrondio y a otros puntos con objeto de prestar servicio de vigilancia. Continuamos viaje hacia Laviana llegamos a Sotrondio, importante población de la cuenca minera y punto de concentración que fue de numerosos revolucionarios que afluían de las aldeas cercanas. Fue en Sotrondio donde se originó el primer chispazo del movimiento revolucionario que tan graves perjuicios acarreó a nuestra provincia. A las 2,30 horas de la madrugada del viernes día 5 y a una señal convenida comenzó la revolución.

El ataque al cuartel de la Guardia Civil se organizó inmediatamente y a las 3.30 en punto de la mañana sonó la descarga contra las fuerzas que defendían el cuartel. Estaban integradas estas fuerzas por nueve guardias al mando de un cabo; los rebeldes sitiaron el edificio manteniéndose un intenso tiroteo que fue enérgicamente repelido por los agentes. De resultas de esta encarnizada batalla resultaron muertos tres guardias y dos revoltosos, además de dos ciudadanos que fueron alcanzados por balas perdidas. A la una de la tarde los revoltosos tomaron el cuartel, de donde ya habían procurado evadirse los cinco guardias junto al cabo, quedándose en el edificio, el otro guardia herido con una bandera blanca.

Una vez vencidas las únicas fuerzas que disponía el cuartel de Sotrondio, los revolucionarios nombraron su comité, que comenzó a actuar inmediatamente en el Ayuntamiento donde se izó la bandera roja. Una de las primeras medidas fue dirigir una invitación a todos los vecinos para que fuesen entregando sus armas, bajo la amenaza de que transcurrido un plazo que se señalaba se adoptarían medidas contra aquellos a quienes fuesen ocupadas armas.

Se incautaron todos los coches existentes en la población; dos hospitales fueron instalaos: uno en el Colegio de las Monjas y otro en las escuelas nacionales, cuyos servicios eran atendidos por médicos y practicantes del pueblo.

Al incautarse del edificio donde estaba el Colegio de las Monjas invitaron a éstas a que vistieran ropas seglares y después acompañadas engrudos fueron conducidas las religiosas a domicilios de familiares y amistades, donde las dejaban después de asegurarles que nada les ocurriría.

Uno de los comités que estaban perfectamente organizados era el abastecimiento de la población que se efectuaba por medio de vales; los comerciantes fueron entregando sus mercancías bajo la estrecha vigilancia de guardias rojos que vigilaban el orden en las colas.

Transcurrieron los días en Sotrondio con relativa tranquilidad, no registrándose acto alguno de violencia. De Oviedo llegaron varios camiones cargados con fusiles y municiones que era distribuidos entre los elementos revoltosos espontáneos que se presentaban en casa del Pueblo. Los aviones del ejército, al igual, que en otros pueblos también evolucionaron sobre Sotrondio arrojando proclamas invitando a los revoltosos a deponer de sus actitud. Hasta el lunes 15, el desarrollo fue pacífico en el pueblo; el martes volvieron nuevos grupos revolucionarios a Sotrondio, reorganizándose las tropas rojas y marchando hacia la capital grandes grupos poseídos de gran entusiasmo. Hubo actos vandálicos obre todo en la Iglesia parroquial donde causaron grandes trastornos. Después volvió a renacer la tranquilidad, prestando servicio de vigilancia en las calles patrullas del ejército rojo que disolvían los grupos. El jueves apareciendo octavillas rogando a los revolucionarios que depusieran su actitud por haber fracasado el movimiento revolucionario. El viernes 19, a las 9.30 horas, llegaron a Sotrondio en camiones, fuerzas del Regimiento de guarnición en Bilbao quienes se hicieron cargo de todos los servicios principales de la población quedando restablecida la calma. Los revoltosos huyeron de la población arrojando las armas al río".

Al decir de las crónicas, oficialmente murieron en Sotrondio tres guardias civiles, dos revolucionarios y dos ciudadanos. Hemos indagado para recordar sus nombres. De los guardias civiles solo queda un vano recuerdo de sus muertes lloradas por sus seres queridos. Su homenaje ha quedado en el recuerdo del soldado. Anónimo muerto al servicio de la patria, porque es justo señalar que dieron su vida con honor y valentía. De los revolucionarios de tan sólo de uno hemos podido saber su nombre: Luis Rosalino Buitrago Peláez. Tiene su tumba en el cementerio de San Martín y sobre ella tiene un epitafio: "Murió en defensa de sus ideales el día 5 de octubre de 1934".

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