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Velando el fuego

Dentro y fuera

La situación en la que se encuentran el PSOE y Javier Fernández

En alguna ocasión he comentado que la realidad es un suelo muy difícil de medir, un territorio complejo, a veces difuso y en otras ocasiones confuso, por el que damos pasos sin saber muchas veces en qué parte del camino nos encontramos (al estilo de "no siempre somos capaces de ver la realidad de nuestra realidad"). Lo que significa que podemos tener la percepción de que estamos viajando por el norte cuando lo cierto es que, por los giros que damos, tal parece que nuestra intención es levantar el vuelo hacia el sur. Y viceversa: nuestros pies parecen enraizados en un clima cálido y acogedor, pero, en verdad, nuestro pensamiento hace tiempo que prefiere otros horizontes. Lo que lleva a preguntarnos si nuestro sur es el norte o si nuestro norte es el sur, un dilema que no sólo pertenece a la ruta de la literatura, sino que en otros campos, como el político, significa leer en el mapa a ras de suelo o, por el contrario, tener que colocarlo en otra posición para hacer más inteligible su lectura.

Como es lógico, existen distintos instrumentos para orientarnos en esta ceremonia de la confusión, para saber con certeza si nos encontramos dentro o fuera de la cartografía adecuada. Astrolabios, brújulas, sextantes cartas portulanas? son algunos de ellos. Sin embargo, y para prevenir algún tipo de fallos técnicos, que pudieran producirse durante el sondeo, existe un método infalible, por medio del cual no quede la menor duda de qué parte de suelo estamos pisando. Y me refiero, en este caso, al conocimiento del resto de los miembros de la tribu. ¿Se imaginan a alguien que cuando salga a la calle tenga la sensación de que recibe más saludos de los de afuera que de los suyos (o sea, de los de dentro?) No es difícil imaginar entonces que en una situación así alguien otee los vientos para saber en qué dirección soplan y después se llene de dudas. ¿Cómo es posible, puede pensar, que sea más conocido fuera de mi territorio que dentro de él? ¿Acaso ha sucedido algún cambio climático, alguna variación meteorológica que explique tal anomalía? O quizás todo se deba a algún movimiento mío, desafortunado, que haya puesto a circular una erupción volcánica con la que no contaba? Y así un sinfín de cavilaciones destinadas a explicar el motivo de la orogénesis.

No sé bien si el Presidente del Principado de Asturias, y ahora también de la gestora del PSOE se habrá hecho algunas reflexiones a partir del momento en el que pronunció su frase: "Tengo la sensación de que me entienden más fuera que dentro". En todo caso, no sería ocioso que, a modo de un zahorí, intentara descubrir las corrientes de agua subterránea y los depósitos minerales que forman parte del suelo cada vez más arcilloso en el que se mueve. No sea que descubra que una posible causa de la falta de entendimiento hacia su figura sea la desconfianza de una buena parte de los militantes de su partido. Que lo mismo puede provenir de un recelo reciente como de una sospecha alimentada por años de connivencia con el partido al que ahora se intenta indultar de la corrupción: abstenerse es dejar gobernar a Rajoy, por muchas piruetas literarias ("sí pero no") con las que se pretenda endulzar el pastel.

Una parte importante de la desafección ciudadana hacia los políticos es la falta de correspondencia entre el trigo con el que predican y el grano grueso que después emplean en las tareas diarias (¿Es posible desayunarse republicano e irse a la cama con una cena monárquica?). En fin.

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