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A mi aire

Declive festero

Corren malos tiempos para las fiestas de toda la vida. Esas que han sido santo y seña de muchas generaciones, referente en la geografía de nuestro valle. La última, aunque confiemos que aún quede tiempo, es la de La Laguna, en El Entrego, con una antigüedad que se remonta a 1907 y ganada fama, cuya sociedad organizadora abarcaba los carnavales, les cebolles rellenes y el Alcuentru Medieval. Son muchas las que van desapareciendo, aunque alguna que otra, cual Guadiana, reaparecen.

En mi entorno cercano, puedo citar las de Cuturrasu, que fueron pioneras en atracciones nacionales de primera fila, Los Piescos en La Nisal, San Miguel, El Ponticu, Cimalavilla, San Antonio o Les Tejeres, y seguramente alguna que otra languidece.

La tarea de los directivos de festejos resulta ingrata. Tienen la moral a prueba de bomba. A su entrega durante años se añade saber rezar, aunque no sean creyentes, para que en las fechas que toque el puñeteru tiempu de Asturies no lo fastidie todo.

Las jóvenes generaciones son reacias a tomar el relevo e incluso a acercarse se a los que podrían ser estupendos guías y maestros. Tampoco me extraña mucho, pues tiene que lidiar con la crítica mordaz y la nula cooperación. Las trabas legales y la actitud pasiva de los que deberían arrimar el hombro, de los que son los máximos beneficiarios del evento, son otros de los sinsabores.

Al final, entre todos, y dejo a un lado a los directivos de festejos de todas las sociedades, las están matando. Pero siempre nos quedará la "progresía" con los "babayos" de turno, para magnificar fiestas de importación, para consumo de nuevas generaciones, e incluso subvencionadas. El resto, parece que resultan demasiados carcas.

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