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Ventana indiscreta

No es misoginia, es neoliberalismo

El nuevo presidente de EE UU y su rival representan la política al servicio de los poderes económicos

"Hemos entregado el control de nuestras vidas a fanáticos del libre mercado con una visión delirante de la realidad social". César Rendueles, "Capitalismo canalla".

Ha ganado Donald Trump, y EE UU tiene nuevo presidente, parece que también el mundo, a deducir por los análisis y comentarios de tal triunfo. También, y esto es la novedad en unas elecciones, han aparecido en liza la misoginia y el machismo, ambos como culpables del triunfo de Trump y la derrota de la mujer Hillary, a decir de algunos análisis desde el campo feminista. Que el nuevo presidente de los EE UU, es machista, xenófobo, racista, homófobo y más, no es una mentira, es una constatación empírica. Pero de ahí, a deducir que su triunfo sea debido a la misoginia y machismo imperante en su país, me parece algo reductor. Lo que no quiere decir que hubiese votos, y muchos, que llevasen esas connotaciones.

Sin embargo, si tal victoria, al igual que la del PP en España, más allá de la última e inestimable ayuda del PSOE, junto con las que nos quedan por ver en Europa, las enfocamos dentro y en el triunfo de la hegemonía cultural del neoliberalismo, tal vez podamos explicarnos el porqué de Trump, y en nuestro caso de Rajoy. Sin querer establecer paralelismos entre ambos personajes, a no ser su común poco sentido del ridículo.

No nos engañemos, tanto la crisis económica, la crisis social con su pérdida de valores, hasta el desastre ambiental, tiene un protagonista hegemónico, es el neoliberalismo como ideología, dentro obviamente del actual sistema capitalista. El segundo no es nuevo; el primero, es la masa que une los ladrillos del edificio actual del sistema, y los une habiendo impregnado la cultura y el comportamiento social. Ha desempeñado un papel en todo ello que efectivamente también exacerba la misoginia y el machismo, además de la xenofobia y un largo etcétera. Ha sido, y es, como ese "orbayu" que parece que no moja, pero que nos pone a la larga empapados de agua.

Su introducción, Ignacio Ramonet lo tiene estudiado, como pensamiento único es causa y efecto de su poder. Es el protagonista de la última crisis que hasta la actualidad nos afectan: la habida desde el 2008; la externalización de dinero y el poder de los paraísos fiscales; la lenta destrucción de la educación y la sanidad públicas; el colapso de los ecosistemas y el ascenso y triunfo de Donald Trump.

Todo ello, es producto directo o indirecto de la filosofía/ideología neoliberal. Ella, nació con la intención deliberada de remodelar la vida humana y cambiar el centro del poder con la competencia como bandera fundamental de las relaciones sociales. Nos convierte, a la ciudadanía, en consumidores cuyas opciones democráticas se nos reducen como mucho a comprar y vender, proceso que supuestamente premia el mérito de los que más tiene y castiga la ineficacia de las personas que menos tienen. Naturaliza las diferencias sociales. La lucha por una sociedad más equitativa, más justa, nos la hace ver como contraproducente y moralmente corrosiva. Así, como inútil. El alfa y el omega, está en el actual sistema socioeconómico. No hay más.

La teorización en la que se induce que la derrota de Hillary fue debida a la misoginia y al machismo del voto americano, se puede incardinar, a mi modo de ver, dentro de un pensamiento parcial incapaz de interrelacionar globalización capitalista con políticas neoliberales e indefectiblemente pérdida de poder y condiciones de vida de las mayorías sociales, entre ellas, indudablemente, las mujeres.

Hillary Clinton representa la política subordinada a los poderes económicos, al neoliberalismo que se está cuestionado en este artículo; por supuesto, que Trump también, y en grosero; ambas son personas del sistema neoliberal; una, Hillary, más civilizada que su oponente ganador, pero de ninguna manera alternativa social y feminista. No habría que decirlo, pero como en este tema suele haber suspicacia, nada tiene que ver estar en frente de Hillary como representante de un neoliberalismo depredador y nada reivindicativo con las mujeres, con qué uno esté a favor de Trump, como parece se apunta desde algunas "militancias". A mí, no me representa Trump, ni tampoco este mundo patriarcal y machista.

Resumiendo, lo ocurrido y lo que se supone ocurrirá, está en el ADN de la globalización capitalista y en su corolario neoliberal. Tenemos, en mi opinión, al menos, dos salidas: asumir como final el apalancamiento por las oligarquías financieras parasitando los Estados o accionar hacia la democratización política, social y económica. Si no, parafraseando el título de un libro, y ahora película de éxito: "No culpemos al karma de lo que nos pueda pasar por gilipollas".

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