El cambio de Gobierno, el relevo (incluido el nombre) en el Ministerio de Industria, hoy de Energía, ha generado nuevas expectativas sobre el futuro de la minería. Creo que falsas. Nada hace pensar en un cambio de la política del PP hacia el carbón, que cuenta con el apoyo de las compañías eléctricas y de la UE. Endesa, por ejemplo, anuncia el cierre de su térmica de Compostilla, en El Bierzo. Polonia recibirá casi 1.800 millones para dar carpetazo a sus minas deficitarias, agrupadas en SRK, la Hunosa polaca; las rentables seguirán dando empleo y riqueza. Aquí, todas acumulan pérdidas y si alguna alcanza los beneficios deberá devolver las ayudas recibidas. Negocio imposible. Los sindicatos han ido a Madrid a entregar a la puerta del Ministerio una carta a su nuevo inquilino, para que les reciba y les atienda en sus requerimientos. Esta última parte parece la más difícil. Solo un drástico cambio político puede variar el inexorable final de la minería española. Y además de por Madrid, debe pasar por Bruselas. Demasiado viaje para el carbón que nos dejan.
