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Desde la Meseta

El nacimiento

Ya huele a Navidad. Enseguida veremos los turrones y polvorones en los escaparates y estanterías de las tiendas. A mi me gusta ver esos cocodrilos del llamado "pan de Cádiz" en las confiterías que saben de rechupete y tanto nos llaman la atención.

Pero lo anterior es lo que hay fuera de casa, porque dentro tenemos bien guardadas las figuras del nacimiento de años anteriores. Las clásicas de barro tendremos que revisarlas por si han perdido un brazo o simplemente una mano mientras las guardábamos o ahora las sacábamos envueltas en el clásico papel de seda, para después depositarlas acolchadas entre viruta para su mejor duración.

Hoy ya tenemos figuras de plástico o de resina con una mayor duración, pero que no son tan tradicionales como fueron las de barro, trabajadas más artesanalmente.

Nos hará falta en encontrar un portal, que bien pudiera ser de corcho o corteza de árbol con abundamiento de musgo alrededor o cubriendo esa parte del árbol.

No faltarán los pastores con el ángel anunciador, así como la estrella que guiará a los Reyes Magos y, a lo lejos, el castillo de Herodes, como algunos ponen al pie de su puerta.

Hay nacimientos extraordinarios animados con luz eléctrica que producen el día y la noche, con un molino de agua sobre un río que lo hace discurrir entre un cauce.

Todo ello lleva un tiempo y mucha gente aumenta todos los años sus figuras para un mayor entretenimiento, que lo convierte en el orgullo más emotivo de la Navidad de propios y extraños.

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