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Aquellos viajes en el Vasco Asturiano en la posguerra

Las innumerables anécdotas de los recorridos ferroviarios entre los años treinta y sesenta del pasado siglo

Muchos usuarios veteranos del ferrocarril del Vasco Asturiano, línea Oviedo-Collanzo, recordarán la tarea que suponía acceder a los vagones en los años 40/50 del pasado siglo, claramente insuficientes para albergar a tantos pasajeros que diariamente lo utilizaban, sobre todo, en las horas punta del primero de la mañana o el que pasaba por Moreda a las 16.40 en dirección a Collanzo. Las carreras para alcanzar aquel objetivo eran habituales: para llegar a tiempo de sacar billete o no perder el tren, los viajeros del valle de Casomera y Felechosa tenían otro suplemento de carreras: el de conseguir asiento en los autobuses de línea hacia los citados pueblos. Los días de mercado en Grao, Mieres o Cabañaquinta los vagones ofrecían un espectáculo surrealista con maniegas y serones llenos de gallinas y conejos, mezclados con mantecas, huevos, truchas, castañas, fabas... hasta paquetes de cohetes y dinamita según denunciaba el diario "Región" años antes (1924).

Existían tres tipos de vagones: 1.ª, 2.ª y 3.ª, este último de madera, el más demandado por los viajeros dada la penuria económica de la época. La falta de espacio en los vagones de 3.ª propiciaba que muchos pasajeros invadieran los de 2.ª, incluso los de 1.ª Los revisores-interventores en Ruta -en el argot técnico- que exigían los billetes se veían desbordados por la gran afluencia y en tramos cortos no podían controlar a gran parte de los viajeros. Se cuenta una anécdota de un moro que había combatido en la Guerra Civil y viajaba en 1.ª, el revisor le exigió el billete y al comprobar que era de 3.ª le conminó a cambiarse a su vagón correspondiente, y el moro respondió: "yo venir a España a luchar en primera línea y viajar también en 1.ª clase".

La puntualidad de los trenes del Vasco brillaba por su ausencia y los retrasos era frecuente que superaran la hora. Recuerdo que una ocasión estaban en la estación de Cabañaquinta mi hermano Valentín y Navarro el de Collanzo en espera del tren, les comunicaron que traía una hora de retraso y sin dudarlo se pusieron a caminar hacia Collanzo, distante 7 kilómetros, por las vías del tren siendo alcanzados por el convoy ya en las cercanías de este pueblo...

Viví tres años muy próximo a la estación de Moreda donde mis padres regentaban el "Bar Manolín" y recuerdo el número de las máquinas del Vasco, la 15, 17, 18, 19 y la siniestra 14, que había protagonizado varios accidentes como el de Valdegatín y otro cercano a Mieres con el saldo de varios muertos. Sorprende la información de prensa del corresponsal Prieto, de 11 de octubre de 1935, en la que expresaba su queja por el uso de los vecinos de Moreda de la estación como lugar de encuentro y tertulias que alteraba el espacio que tenían que usar los viajeros. Otra denuncia posterior se refería a los cristales que había rotos en la misma estación.

El después famoso actor de cine asturiano José Suárez trabajaba en el Vasco como revisor en los años siguientes a la Guerra Civil, su atractivo físico traía de cabeza a muchas mujeres residentes entre Oviedo y Collanzo y Oviedo y San Esteban de Pravia, itinerarios del Vasco Asturiano. Su incorporación al reparto de la película "Altar Mayor" y estreno en Moreda el 25 de marzo de 1944, fue todo un acontecimiento y aumentó aún más su reclamo, hasta el punto que originaba aglomeraciones de sus "fans" en las estaciones.

Collanzo fue punto de destino de numerosas excursiones que se organizaban desde Oviedo y Mieres. Por ejemplo el domingo 21 de julio 1935 una compañía de seguros de Oviedo organiza un tren especial en el que figurarán "elementos artísticos ovetenses encargados de hacernos un día agradabilísimo. Gran jira de fiesta en tan incomparable lugar". La salida estaba prevista a las 8.30 y el regreso a las 19 horas y su precio 2,25 pesetas.

Otra excursión recordada fue la programada por el Caudal Deportivo de Mieres el 18 de julio de 1947 con varios trenes especiales a celebrar en la espaciosa finca de Vegallloba en las proximidades de Cuérigo (Aller), una romería inolvidable que aún perdura en la retina de muchos mierenses y alleranos que la disfrutaron.

Otro ejemplo de llenazos en los trenes del Vasco fueron los desplazamientos masivos los domingos de verano desde Mieres y la parte baja de Aller a Collanzo a la playa fluvial en la década de los 50/60 del pasado siglo, un caso semejante al valle del Nalón con La Chalana. Con el desarrollo del país y el acceso a la propiedad de vehículos se fue perdiendo aquella costumbre dominguera de baño y comida a orillas del río, sustituyéndola por los desplazamientos a la vecina provincia de León.

Finalmente citar una serie de personas emblemáticas de aquella época que formaron parte del paisaje humano en las estaciones alleranas como Pancho, personaje singular, en la cantina de Collanzo, Prada en la de Cabañaquinta, o los jefes de estación, Ramón en Collanzo, Manso en Cabañaquinta, o Usátegui en Moreda.

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