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Mario Antuña

Siete leguas

Mario Antuña

País de segunda, luz de primera

Que los señores de las eléctricas nos iluminen y, deslumbrados por su luz carísima, nos ayuden a entender el misterio insondable de su precio. En pleno invierno -llamarlo temporal suena ridículo cuando no se acerca ni al de nuestra infancia- nos anuncian desde sus púlpitos una subida de hasta un 10 por ciento. La razón es que se consume más energía y hay que producirla. ¡Se me congelen las neuronas, no hace falta ser muy listos! El problema es saber si están empleando todos los medios para generar energía o, como se critica, la mayoría de las térmicas de gas están paradas. Hasta el ministro del ramo dejó caer con subterfugios lingüísticos en diferido esta posibilidad. La realidad es que un país de segunda tiene precios de primera, de los que la mayor parte son impuestos. No es menos cierto que las eléctricas son devoradoras de recibos sin miramientos. Los consumidores tenemos la sensación de que hagamos lo que hagamos, nunca pagamos menos. En el mejor de los casos empatamos. Y saltamos para celebrarlo y entrar en calor.

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