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Dando la lata

Mafioso

Mafioso. No es precisamente un calificativo amable para describir a un presidente autonómico. Por más que uno pretenda rectificar a posteriori, ahí queda eso: mafioso. Con todas las letras. Y en plena sede parlamentaria. Un término que, como suele ser habitual en esta tierra, caerá en saco roto. Y algo irrelevante a nivel nacional, ahora que la gestora socialista de Ferraz ya quedó eclipsada por los gallitos candidatos a la secretaría general. Por eso, dejémoslo estar. No menearlo. Y es que el partido que respalda a nuestro presidente, así como su sindicato adjunto, están mezclados en asuntos muy poco claros. "Presunción de inocencia", exige Fernández. "¿La misma que usted y los suyos concedieron a Villa?" -pregunta Ripa. Y es que el podemita es incisivo. Tocado. Porque al jefe de la banda, ya mayor y con los cables pelados, le dieron la patada sin derecho de defensa. Ni acusación, ni sentencia, ni presunción, ni leches. Ahora que, por fin, nos atrevemos con él, abrid la puerta y a la cuneta. Pero para el resto del tinglado, que aún siendo Asturias una comunidad pequeña, parece tener una dimensión fenomenal, más presunción de inocencia. Nada de mafiosos hasta que se demuestre lo contrario. Y, entre tanto, los enemigos íntimos, PSOE y PP, a bloquear y entorpecer las investigaciones cuanto sea posible. Son muchos años de relaciones. Escarbar en el pasado podría ser muy doloroso. Un daño innecesario. La basura que ya está a la vista no tiene remedio. El crimen organizado de Valencia y Madrid ya no hay quien lo tape. Es más, comienza a estar amortizado. Pero tirar de la manta en Asturias sería una insensatez. Es poner el Principado a los pies de Ripa y su tropa. Con un censo electoral de sangre caliente, que ya votó a Cascos en un arrebato de furia, un peligro para todos. Porque dudo que entiendan qué se ha venido haciendo aquí durante tanto tiempo. Y a beneficio de quiénes. Muchos nombres, muchos cargos, muchos duros, muchos ámbitos; bueno, todos los ámbitos. Del viejo y apestado capo nadie quiere saber nada; pero la herencia de los gloriosos tiempos del puño de hierro, ¡ay, la herencia!, eso es harina de otro costal.

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