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Del Carnaval al cosplay

Consideraciones sobre la historia de los disfraces y de las fiestas populares

El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, el bienestar, y en especial la alimentación y el vestido? Así pues, el acto de vestirnos todos los días supone ejercitar uno de los treinta derechos que nos corresponden tan sólo por el hecho de haber nacido, pero también unos de los mayores quebraderos de cabeza con los que se enfrenta la Humanidad cada mañana, pues cuando elegimos un pantalón, una camisa, un cinturón, una corbata, o entre unos zapatos y unas zapatillas deportivas, no solemos hacerlo en función de nuestra comodidad y gustos, sino atendiendo a con quién o en qué lugar vamos a estar las próximas horas, porque no es lo mismo asistir a un acto formal como puede ser un banquete que ir a tomar sidra con los amigos. Ese pensar en situaciones y personas es el que da pie a que en otros momentos, especialmente durante loscarnavales y en las fiestas de disfraces, optemos por convertirnos en personajes totalmente diferentes a la persona que somos, utilizando para ello trajes impensables, máscaras realistas y fantasmagóricas, pelucas multicolores y mil y un complementosde todo tipo. Para ello, solemos acudir a centros donde nos los facilitan confeccionados, ya que no siempre tenemos tiempo ni ganas de hacerlos y, en muchos casos, no sabemos, ¡pero ojo!, no olvidéis que si sois chicas tenéis que proveeros además de un buen abrigo y de unas medias de lana porque no es mucha la tela que emplean en confeccionarlos.

La costumbre y los porqués del disfrazarse se pierden en la noche de los tiempos y a lo largo de la historia se han manifestado de diferentes maneras que van desde lo más popular hasta lo más clasista y, por supuesto, desde la permisividad total hasta la restricción absoluta por parte del poder político, absolutamente influenciado por el pensamiento religioso, especialmente por el católico en el caso de España. Sírvanos como ejemplo recordad que el 1 de abril de 1939 el general Franco firmaba en Burgos el último parte de guerra junto con la prohibición de celebrar el Carnaval, prohibición, tras la que también se ocultaban motivos de seguridad, que se mantendría hasta 1951, año en el que se autorizaron bailes de sociedad en círculos o asociaciones recreativas y culturales de notorio rango local, excluyendo a las clases populares de participar en el supuesto jolgorio que llevaba aparejado la posibilidad de transformarse mediante un disfraz.

El fin de la dictadura puso fin a la prohibición. La costumbre se recuperó atendiendo al pulso antropológico y convirtiendo el Carnaval en un espectáculo público de mayor o menor entidad, gestionado en muchos casos, aunque no en todos, por asociaciones sin ánimo de lucro que exigen a sus integrantes muchas horas trabajo que, la mayor parte de las veces, son compensadas con sinsabores de calibre parecido que el que tienen que padecer quienes en ellos participan,siempre a expensas de contingencias que van desde las meteorológicas hasta las económicas, pues una lluvia caída a destiempo puede dar al traste con el trabajo de muchas horas y los premios con los que se les recompensa no llega ni para cubrir la quinta parte de la inversión realizada en el disfraz, lo que da lugar a que la frase más repetida al final de cada evento o desfile sea la de? es el último año que me presento? Esperemos que el desánimo no acabe con la ilusión necesaria para reinventarse al cabo de un año.

Pero como todo en la vida cambia, evoluciona o sencillamente se manifiesta de manera diferente de un tiempo a esta parte ha aparecido el Cosplay que, ¿es disfraz?, ¿es interpretación?, ¿es un producto sólo para frikis?...

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