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Desde mi Mieres del Camino

Los lejanos ecos de una empresa local

Aguinaco, S. A., desplegó durante años su actividad por toda España

Díganle ustedes a un pequeñuelo de la familia, de esos que ya mueve con soltura los entresijos de su móvil o de su ordenador, que en plena Mayacina, esa obra inacabada pero que actualmente aparece ya rodeada de modernos y más o menos atractivos edificios, existió una empresa bien asentada por iniciativa local, cuyos trabajos de fundición, calderería, soldadura y montaje se extendieron por toda España e incluyo allende los mares, en la llamativa Cuba. Pues así es, de reciente historia, según se mire, pero que hoy, trasformada ya por las transacciones económicas y los obligados traspasos, aparece ya adornada con los lejanos eco de un Mieres desconocido.

Eran tiempos de fuerte actividad industrial por estos lares, con "La Fabricona" en pleno auge y las minas hulleras a todo gas, cuando una idea nacida a la sobra de la inquietud local, probablemente tras finalizar la contienda civil, tomó cuerpo, comandada por el mierense Jaime Aguinaco quien puso en marcha los mecanismos suficientes para hacerla realidad, formando posteriormente la sociedad anónima en la que intervinieron personalidades como Ramón Villanueva, Baizán y dos ingenieros de Bedón.

Y esto se lo cuenta al cronista un trabajador de la antigua factoría, Manuel Vacas López, al igual que podían haberlo hecho muchos otros, como el amigo Vicente Fernández de Vistrimir en Cenera, o anteriormente el malogrado Sergio García, tristemente fallecido hace algunas semanas. Ellos, como toda una legión de mierenses que aún hoy mantienen el tipo en este valle de lágrimas, encontraron allí salida para sus aspiraciones laborales, incluso partiendo de su aprendizaje en las distintas categorías donde posteriormente desarrollaron toda unas actividad de trabajo, capaz de hacer posible el fin primordial, llevar a casa un sueldo a final de mes.

Por cierto que, Manuel Vacas López, aprendiz de soldador a los catorce años, interpretó una trayectoria en la factoría de cerca de cinco décadas, para, primero prejubilarse y hoy día disfrutar de un retiro definitivo. Y eso que no era asturiano de nacimiento, sino extremeño de Santa Cruz de la Sierra en Cáceres, de donde emigró con la familia que capitaneaba su padre Fulgencio, conocido popularmente por "Chico". Su categoría final de oficial de primera de soldadura, lo faculta para contarnos algunos adornos de lo que fue esta iniciativa de un emprendedor local, bien secundado por otros apoyos. Antes digamos que Manuel está casado con la mierense Marta, antigua secretaria de Publicidad "Cisne" de los Camporro y Pellanes de grato recuerdo para todos nosotros. ¡Ah! Y tienen un hijo.

Aguinaco, S. A., llegó a tener unos doscientos diez trabajadores en la propia fábrica, repartidos en las tres naves de fundición, calderería y montaje, pero que por su carácter encuadrado en el sector de la construcción, tuvo épocas de reunir, en torno a su plantilla, cerca de setecientos operarios, muchos de ellos temporales, promoviendo a la vez un empleo indirecto con pequeños talleres de la localidad, caso de los Cuervo, Aza, etcétera. Son muchos los hechos y anécdotas que salpica, la vida de Aguinaco, S. A., contada por uno de sus más fieles trabajadores.

Manuel Vacas recuerda, con nostalgia, los tiempos, como director general de Manuel Martínez, "sin duda alguna el mejor que pasó por allí" y del subdirector Luis Jesús Llaneza, que terminó su ciclo activo en la enseñanza de alto grado. Y luego la bonanza de un ambiente extraordinario que se respiraba en todo el entramado empresarial. "Éramos -asegura- como una gran familia".

Curiosa y sorprendentemente en Aguinaco, S. A., ya había personal femenino en los talleres. Concretamente dos trabajadoras que laboraban en la sección de machos para moldes. En determinados momentos, cuando las piezas que deberían salir de los talleres, reunían grandes dimensiones, era indispensable agenciar medios de locomoción (grandes camiones), para transportarlas que, debido a la ubicación de la industria, se las veían difíciles para maniobrar a la hora de salir del casco urbano de Mieres, provocando serios problemas de tráfico y determinadas retenciones.

Tuvo Aguinaco, S. A., un trabajador de excepción, que, por su posterior trayectoria, mantuvo, determinado tiempo el puesto de trabajo. Se trataba del también recordado líder carismático del movimiento obrero, Juan Muñiz Zapico "Juanín el de la Frecha". Allí se inició su andadura y también le despertó la vena de la defensa de los derechos de los trabajadores, comenzando una epopeya que recientemente adquirió plena actualidad con motivo de los actos del cuarenta aniversario de su fallecimiento a consecuencia de un accidente de tráfico, después de dejar santo y seña de sus inquietudes en numerosos foros y cárceles de la entonces aún instalada dictadura franquista.

Sin duda alguna toca ahora hablar de lo que industrialmente supuso Aguinaco, S. A., como empresa promotora de obras e instalación de las mismas, porque, dicho sea a tiempo, su actividad tenía varias vertientes, entre ellas, la fabricación en los propios talleres, que luego eran enviados a su destino para ser instalados y montados por el propio personal de la empresa, y otros que requería la total operación in situ. Y a algunos de sus ejemplos nos remitidos.

Cualquier punto con visos de actividad industrial, podía ser objetivo de los productos que salían de los talleres de la empresa mierense. Sin duda alguna, los había espectaculares, como fue la estructura metálica del puente de La Salve en Bilbao o el transportador de caliza en la Fábrica de Cementos Sansón, éste en Barcelona. Se podrían citar también los depósitos en el puerto de El Musel de Gijón, o la fábrica de azúcar en Jéduda de Cádiz. Tampoco son de despreciar las membranas de cubierta de Aeropuerto del Prat del Llobregat, siempre en la línea de instalar los elementos indispensables metálicos para su sostén y duración.

Por supuesto que Mieres no se escapó a la influencia impulsora de esta entidad. Uno de los edificios emblemáticos, por su envergadura y capacidad en número de viviendas, la popularmente Torre de la calle Martínez de Vega, pegada a las históricas Casas Baratas, luce -aunque no se vea a primera vista- su estructura metálica obra de Aguinaco, S. A. Y ya puesto a cerrar este capítulo indicativo de la actividad desplegada por la empresa, no podemos silenciar que a Cuba se "viajó" con los moldes de molinos con destino a las azucareras.

Esta realidad local, nacida de la inquietud de unos inversores y ejecutivos del pueblo, entró el fase de decadencia, se dice, por falta de material que exportar. Los trabajadores se resistieron al cierre y un grupo de ellos se quedó, en plan cooperativa, allá por octubre de 1981, con las instalaciones creando una empresa que recibió el bautismo de Aleaciones Especiales y que ubicó su actividad en el polígono industrial de Vega de Arriba. Tres años más tarde sería adquirida por la entidad navarra de Triman con el fin de reconvertir su producto en material para canteras. Hoy subsisten las instalaciones en el suelo industrial de Mieres-Norte y posee otras de nueva factura en el polígono de Loredo, aunque, a primera vista, no se percibe una fuerte actividad.

Y así, con este ejemplo directo y aleccionador, se escribió la historia de una época mierense cuando las inquietudes, los deseos, las voluntades y el espíritu colectivo de sus habitantes, se movían al ritmo de la ilusión, la decisión y el fruto de su esfuerzo comunitario. A las alturas de este comienzo de 2017 no se puede hablar con ese lenguaje y casi toda aspiración ciudadana pasa por lo que entonces era sectores secundarios, a saber, gastronomía y turismo dentro del contexto de servicios. Ni mucho menos son de despreciar y conviene potenciarlos al máximo, pero?

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