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Desde mi Mieres del Camino

La feria industrial como símbolo del declive

La necesidad de buscar revulsivos para la recuperación económica y social de Mieres

El tiempo va marcando la pauta de los acontecimientos mierenses, algunos inexorables que han convertido este pueblo, concejo y comarca, en algo así como un descampado donde perduran los últimos supervivientes. Menudo panorama para la zona asturiana que, junto con el Nalón, escribió una historia de afán y sacrificio, antes y después de la contienda civil, sirviendo, en gran parte, como elemento mantenedor de las exigencias económicas del país.

Luego llegó el anuncio implacable, adornado a veces con desmentidos y recovecos que sentenciaron el proceso de declive para cuyos efectos se prometían fuertes medidas de contención, con rimbombantes definiciones como "zona de preferente localización industrial" o la cantada y aireada llegada de los fondos mineros, la primera con vistas al desmantelamiento siderúrgico y la segunda a paliar los efectos del paulatino cierre minero, ése que está en su punto casi final. Cierto que se alcanzó un objetivo de primera línea como fueron las prejubilaciones mineras, pero téngase en cuenta que, con el ritmo que lleva el cierre de centros de producción y el ridículo montante de actores aún funcionando en el sector -según datos recientes algo así como mil quinientos de Hunosa en ambas cuencas de la zona central de Asturias incluido el "Pozo Moqueta"- el efecto "prejubilación" tiene ya corto recorrido con el consabido bajón monetario a la hora de pasar a la jubilación definitiva.

Si a ello se añade que algunos -se diría que bastantes- de los que llegan a la situación de retiro definitivo, toman las de Villadiego al amparo de otros puntos asturianos, incluso por vía Mediterráneo, para ubicar su residencia definitiva, las cuentas cantan por sí solas y "anuncian a bombo y platillo" que en cosa de un par de décadas, la sensación desértica presidirá el sentimiento humano de esta tierra que, ahora mismo, ya presenta señales inequívocas de un temeroso colapso de actividades, el envejecimiento de su población, la inquietante marca de natalidad que anda por los suelos y la desmoralización casi total de las aspiraciones y el vigor que fue patrimonio histórico de los mierenses.

Cierto que se mantienen algunos movimientos de valor patrimonial en el ámbito cultural y surge de vez en cuando algún intento de resurrección, pero, analicemos... Mientras que el Casino aguanta valientemente merced a la reciente venta de una parte de su patrimonio, ha perdido, sin embargo, alguno de sus valores ya tradicionales como es el caso del Premio Internacional de Novela. No había otra salida. El patrocinador había cerrado el grifo. Nuestro querido Orfeón, centenario y laureado, mantiene el pulso merced al gran esfuerzo de sus dirigentes y participantes casi todos ellos veteranos que no ven, con cierta profusión, el relevo de las nuevas generaciones. Honor y gloria para la también magistral Banda de Música, rejuvenecida por valores indiscutibles que, desgraciadamente, no dispone de medios para proveer, al menos, instrumentos y uniformes, siendo una mayoría de sus componentes de otros puntos de la región. ¿No es lamentable?

Surgen, con cierta profusión, movimientos culturales en torno a diversas actividades más o menos prometedoras, de las que se lleva, la bandera de la apertura, la Asociación Cultural y Minera "Santa Bárbara". Eso sí, desapareció Radio Parpayuela y su denominación quedo reducida a un grupo de acción sobre cultura y similares. Otro tanto se puede decir de "Amigos de Mieres" y por supuesto de "Camín de Mieres". A lo mejor alguno más. Y?. ¿qué? ¿Se puede considerar todo esto un frente común capaz de sacar al pueblo de ese marasmo insoportable? Imposible. Por su parte el movimiento vecinal no presenta un cartel de acción profundo. No digo que esté dormido, pero poco es lo que suena alrededor de sus pretensiones.

Un día, en 1981, hace treinta y seis años, como un intento de "vender" un Mieres con posibilidades, nació la Feria de la Industria, el Comercio y aún entonces la de la Minería. Durante cerca de los treinta ciclos anuales se mantuvo en antena y hubo pases de verdadero interés. Al final fue decayendo y el Comité organizador dependiente de un patronato en el que constaba el propio Ayuntamiento, la Cámara de Comercio de Oviedo, Cajastur y Consejería de Industria del Principado, no tuvo más alternativa que echarle el cerrojo por, al menos, la causa de tres cuestiones básicas: la falta de atractivo ferial, la paulatina desaparición industrial y minera, y el adiós de entidades bancarias públicas y privadas, alguna de las cuales eran pilar insustituible de su vigencia.

Digamos que fue dolorosa la decisión del cierre y que se apuntaban, cara al futuro otras alternativas con vistas a su recuperación. Se habló de establecer las bases de una convocatoria en torno a las tecnologías emergentes, como la informática y las redes sociales y, recientemente, un conato sobre la posibilidad de una feria, a modo de experimento, alrededor de las distintas tendencias del deporte. Todo hace indicar que fue una especie de propuesta que no encontró el suficiente calado para un estudio y análisis serio de posibilidades. Y así estamos a estas alturas.

Nos queda, eso sí, la oportunidad de vendernos como villa galana en plan habitable. No va muy descaminada la pretensión. Nadie niega que Mieres tiene valores urbanísticos, ubicación geográfica estupenda, excelente control de comunicaciones por ferrocarril y carreteras con el eje central de la autopista de La Plata y como atractivo de peso más específico, una sanidad aceptable y lo que es mejor la educación y formación -ojo a la exigencia de promoción de la profesional- más acusada hasta el punto de que las nuevas generaciones pueden lograr inscribirse en el nivel primario de lo infantil, pasar por todos el proceso siguiente y terminar con un título universitario de ciencias de alto voltaje.

Luego están las fiestas que el Ayuntamiento se encarga de promocionar con un amplio calendario adornado con otras iniciativas particulares. A ello se añade el gancho de la gastronomía bien vista y mejor saboreada desde los ámbitos exteriores de nuestro mapa físico, incluso allende fronteras asturianas. Pues bien, aquí es donde nos duele el callo. Parece que nadie se preocupa de mover hilos, hilvanar posibilidades, promover un estudio conjunto que, como estandarte llame la atención ante el fuerte tirón turístico. Y como serán necesarias inversiones, que se soliciten a fin de alcanzar un Mieres con atractivo suficiente para "llenar la casa de vez en cuando". Eso sí, los responsables municipales tienen que dedicar mucha más atención a los pequeños detalles del contexto urbano y de las reglas de convivencia, para que, como último recurso, podamos "vender" en bandeja de plata eso de "vivo en Mieres, la villa bonita y galana".

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