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Dando la lata

Mal tiempo, buen tiempo

¿Te das cuenta de que termina el telediario y ya no esperamos al pronóstico del tiempo? Porque siempre hace bueno. O sea, bueno según para qué y malo, muy malo, porque no llueve. Y porque estos son los días perfectos para la escoria que nos está calcinando los montes. Así se quemen ellos dentro, cabrones. Me cuesta recordar el último día que cogí el paraguas. Sol y más sol. Dicen que por Semana Santa algo llovió, pero estábamos en Saldaña. Y si aquí hay sequía, allá ni te cuento. Hace falta lluvia y esta primavera no acaba de abrir el grifo. Sí, evidentemente, así todo es más cómodo y esta luz es una inyección de ánimo para los propensos a la astenia. Y da gusto ver las calles animadas y las terrazas pobladas. Pero sin agua no somos nada y, quién nos lo iba a decir, comenzamos a echarla de menos. Que cambió el clima es un hecho incontestable. Por segundo año consecutivo hemos pasado un invierno de chichinabo, seco y bastante templado, lo que nos está haciendo delicados como los peces tropicales. Porque las reacciones de frío a la que el termómetro baja de los diez grados son más propias del invierno antártico. Y los incendios, que me traen a mal traer, una lacra, una forma de terrorismo sobre la que tengo dudas de que se esté actuando con la contundencia que la gravedad de la situación requiere. Lo dicho, a ver si se incineran ellos, los malparidos del mechero y la lata de gasolina.

¿Recuerdan cuando uno añoraba las vacaciones en Levante por aquello de despreocuparse del tiempo? Pues en Mieres estamos más o menos igual. Te llegas hasta Gijón y resulta que está gris y sopla un aire que corta. Vuelves a Mieres, y como en Canarias. Ya no nos pueden dar envidia, ya no preguntamos ¿qué tiempo tuviste?, ya no envidiamos los bronceados, ya no atendemos a lo que diga el Mariano Medina de turno. Porque seguro que hace bueno. Y si no lo hace, lo hará en breve. Y si amanece nublado, abrirá a mediodía. Y cuando llueva, nos sorprenderemos como antaño hacía la gente venida del sur al cruzar la cordillera.

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