La evidencia se ha hecho noticia. Era de sentido común. Los números de las cuentas y del calendario han confluido en la confirmación de un mal augurio. La variante de Pajares no entrará en servicio hasta el año 2021. No hacía falta ser muy listo para deducirlo, comprobando la intensidad de las obras, el escaso presupuesto anual para su impulso y la coartada final de cambiar el ancho de las vías en la polémica de si los túneles son para convoyes de pasajeros o de mercancías. Estos ingredientes bien batidos dan como resultado un cóctel explosivo: Asturias, como ya ocurrió con las autovías (recuerden la del Cantábrico), será la última comunidad española en disponer del moderno ferrocarril. Hasta el silencioso Rajoy puso fechas aproximadas al resto de líneas, excepto a la asturiana. Arden los montes patrios y se chamusca la paciencia al comprobar cómo se van perdiendo todos los trenes.
