Pues lo archisabido: muere el pez. Y aunque los inicios de la temporada del salmón en Asturias no están siendo propicios, a nivel nacional, nunca mejor dicho, caen a diario "campanos" bastante gordos. En esto de la corrupción llegó el momento -y lo que debe quedar por salir- que no hay por donde cogerlo, y a diario nos levantamos con un sobresalto más. La conexión de todos ellos con los diversos poderes hace que cueste trabajo, pero que al final todo reviente, y cuando al fin se tira de la manta los entresijos de toda la mierda y latrocinio en la que están inmersos huele cada vez peor. Además son insaciables, dado que no se conforman con robar unos cuantos milloncejos, sino que su voracidad les lleva a seguir sin que nada les detenga, lo que al final les lleva a caer con todo el equipo, que suele ser amplio. En el fondo están tan seguros de su impunidad, y de sus "contactos" que como Al Capones hispanos caen como pardillos por simples escuchas telefónicas, que hasta el más tonto sabe que todos están "pinchados". Lo sangrante, no hace falta citar a nadie, resulta que al final con mil subterfugios, dilaciones, y ayudas que vayan ustedes a saber por qué, a los cuatro días a disfrutar de la vida con la pasta a buen recaudo.
Aunque a todos se les llena la boca con pactos anticorrupción, transparencia, y demás gaitas, la vida sigue igual? Todo se queda en papel mojado, sin vislumbrarse ninguna solución. Ahora mismo, aunque en todas partes cuecen fabes, el partido que sustenta al Gobierno de España hace tiempo que su pota tiene olor a chamusquina de les gordes. Incluso en época de rinitis se percibe a distancia.
Los chefs de la competencia aprovechan para protestar del tufillo que les viene, aunque algunos deberían vigilar la cocina propia, pues pocos se salvan de los "descuidos". Una buena fabada requiere mucha atención. Mientras, siguen picando campanos cada vez más lustrosos, los unos por torpes, y los otros por engordar sin control.
