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José Manuel Arbesú, un maquinista de la minería

El autor narra la vida de su padre en su nueva obra, un libro que se presentará en Sotrondio mañana a las ocho de la tarde

Cuando visité el complejo antropológico de Atapuerca pensé que allí faltaban algunos actores y actrices convenientemente caracterizados para mostrar al público visitante cómo era el día a día de un clan del paleolítico, cómo se vestían, cómo encendían un fuego o cómo elaboraban un hacha de sílex. Sin duda, esta actividad resultaría cara, pero quizás en un lugar con tantas visitas se pudiera mantener. Además podría ser un reclamo para el público, especialmente para los escolares.

Es una idea que me parece muy prometedora para cualquier tipo de museo. En el de la minería podría haber un picador de verdad en su difícil trabajo en la "rampla" recreada de la mina para que los visitantes por grupos lo vieran trabajar al menos un minuto. En el museo de bellas artes podría haber un pintor caracterizado como Nicanor Piñole pintando uno de sus cuadros.

Porque el conocimiento de la vida pasada, de la presente e incluso de la futura está integrado tanto por la vida en sí misma como por los vestigios materiales. Podemos conocer mucho del emporio de trabajo que fueron las cuencas mineras asturianas durante el siglo XX con la visita de pozos y museos, y eso está muy bien que se mantenga y se promueva, pero es necesario añadir testimonios en los que más allá de las cosas lata la vida misma de sus protagonistas.

Miguel Álvarez Areces, editor del libro "Fui maquinista en la minería", me comentaba que cada vez están más valorados los libros que ofrecen testimonios de cómo se hacían las cosas. Este libro sobre la vida laboral de mi padre, en el que yo participé como entrevistador y redactor, puede resultar particularmente interesante para conocer mejor aquel mundo de febril actividad en torno al carbón. Cómo se empujaban en La Felguera todos los días varios vagones entre los propios pasajeros para disponerlos tras de la máquina; cómo en el túnel de Sotrondio un tren atropelló a una mujer que no se dio cuenta de que venía; cómo se preparaba a primera hora de la mañana la caldera de una de aquellas locomotoras de vapor de vía estrecha que acarreaban carbón, madera o tierra sin parar a lo largo de todo el día y parte de la noche; cómo se las arreglaban un maquinista, un fogonero y un enganchador para sacar el máximo rendimiento de su máquina y para devolverla a la vía cuando descarrilaba; cómo se llevaba a cabo la maniobra del rápido de la Hueria, con mineros de todo ese valle y del de Bimenes; cómo aplastó un fogonero su cabeza contra un columna en el lavadero de Carrocera al sacarla por un lado cuando iba marcha atrás...

Todo esto y mil cosas más sobre la etapa de maquinista del tren interno de Duro Felguera y de Hunosa. Pero después vienen otros veinte años de maquinista de extracción en el Pozo Cerezal, con otras muchas anécdotas y descripciones. Cómo se cambiaban los cables de los que colgaba la jaula que bajaba y subía a los mineros, las mulas y los vagones cargados; cómo se las arreglaba el maquinista para dejar los raíles de la jaula a nivel con los raíles de la planta para que los vagones pudieran entrar o salir fácilmente; cómo trabajaban los mecánicos en la caña del pozo sobre la jaula en situaciones de alto riesgo, frío y gran dificultad, en coordinación con el señalista y el maquinista de extracción para cambiar un raíl vertical de los que guiaban la jaula; cómo se les pasaban mantas a los mineros que en ocasiones quedaron detenidos entre planta y planta del pozo a causa de una avería; cómo llegó la decadencia de la minería y los maquinistas de extracción eran los únicos que quedaban muchas veces para ver cómo se desguazaban todo tipo de piezas y se extraía del pozo el metal para los chatarreros.

En resumen, José Manuel Arbesú, a sus 87 años, haciendo gala de una memoria prodigiosa y de una colección de libretas con apuntes, nos cuenta en "Fui maquinista en la minería" mucho de la grandeza épica de la minería asturiana del siglo XX y mucho de los dramas humanos que sostenían esa grandeza. Su libro ayuda a entender mejor lo que vemos en museos y exposiciones y lo que se esconde tras la figura emblemática de los castilletes. Se presentará este viernes a las ocho de la tarde en el Aula Cultural La Plaza de Sotrondio, en un acto organizado por Cauce del Nalón en colaboración del Ayto de San Martín, Incuna y el Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas.

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