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Desde mi Mieres del Camino

Saso, "el ángel de Pajares", un paisano irrepetible

Isaac García lideró con su grúa innumerables rescates en el puerto

Mieres y Lena, hermanados históricamente, hasta el punto de compartir "El Conceyón", tienen también algo en común e indispensable, como fue la carretera nacional A-630 y lo es hoy la autopista "ruta de la Plata". Por lo tanto, si fuimos de Lena, hoy seguimos sintiéndonos "compadres" de su discurrir. Y en Lena, concretamente en uno de sus puntos más emblemáticos, el pueblo de Pajares, al pie de la mítica estación de invierno, vive Isaac García Alvarez, Saso, apodado así por su amigo y compañero nuestro en las tareas informativas de LA NUEVA ESPAÑA, Constantino G. Rebustiello. A sus casi setenta y nueve años, casado con Rosa, vive su merecido descanso en una bonita casa de la localidad lenense, a la espera de que por allí asomen alguno de sus cinco hijos Rosa María, enfermera de profesión, Susana filóloga en Londres, José Manuel maestro especializado, Roberto técnico de servicio en la autopista del Huerna, y Yolanda licenciada en audiovisuales, así como también sus nietos María, Mencía y Alexandro, que los revitalizan con sus alegrías. Claro que no siguen la senda de una jubilación completa. A su cargo y en tan especial lugar, siguen con el control de la central de meteorología para las indicaciones oficiales de los cambios climáticos en tan especial punto geográfico.

Pero, ¿qué puede ofrecer, en su larga trayectoria vital este lenense de noble cuna? Pues que en su denso laborar -trabajó hasta los setenta años- recibió, como recompensa, amén de unos cuantos reconocimientos de la máxima magnitud, el calificativo de "el ángel de Pajares", por los servicios prestados a lo largo y ancho de los trece kilómetros de fuerte subida que tiene el famoso puerto, donde las crudas nevadas habituales entonces -hoy día el cambio climático han desviado un poco esa trayectoria- provocaban continuos accidentes y retenciones del tráfico, capaces de taponar por completo la vía. Y en esos momentos de alta tensión, allí aparecía nuestro Saso, con su viejo vehículo-grúa para librar el atasco, promover la apertura de la ruta y en bastantes casos salvar vidas humanas.

Claro que la vida de Isaac García tuvo un antes y un después. Como muchos lugareños despuntó enseguida dentro del deporte de la nieve en ruta, a lado de nombres conocidos como Ángel P. Bayón, Jesús Pérez "El Chusco" y José Marcos, con quiénes elevó sus facultades a competiciones nacionales llegando a la categoría de preolímpico. Luego vendría la popularidad formando "Los Galgos de Pajares", tal como los bautizó Tino Rebustiello, con ellos y al lado de los tres hermanos González de Lena y otros que se fueron sumando más tarde.

Claro que se imponía, en aquellos tiempos, ya a la sombra de la estación de invierno que había concebido el gran Jesús Suárez Valgrande, buscarse las habichuelas y él las encontró como trabajador del parador que más tarde alcanzaría el titulo de nacional. Con una memoria prodigiosa y una sencillez sazonada a base de pinceladas de timidez, relata como, en la Vuelta Ciclista a España de 1957-58, la etapa que debía concluir en el alto del puerto tuvo que suspender su final a consecuencia de la cantidad de nieve caída. De todas formas muchos de los acompañantes de la ronda se quedaron en el parador a pernoctar, escaseando, eso sí, los alimentos para tanta gente. Y nuestro Saso tuvo que trasladarse esquiando hasta Busdongo, en busca de viandas suficientes. La ida fue fácil por ir en descenso y sin carga, la vuelta, con subida permanente y el cargamento necesario, resultó una gran hazaña que solo un deportista de su categoría podía realizar. Solucionado el problema todo fueron felicitaciones por su epopeya.

Isaac García era un hombre terriblemente observador bajo la máxima de que "la sabiduría se logra observando". Se hizo mecánico conductor y era elemento indispensable en su puesto de trabajo. Así nació "el ángel de Pajares", puesto en el que le tocó atarse los machos e iniciar su labor de rescate de personas y vehículos que quedaban atrapados por la nieve o sufrían accidentes ante la dificultad del puerto. Basten los detalles de que, en su larga trayectoria llegó a usar quince máquinas-vehículo, días de realizar cien servicios entre coches y camiones, algunos de gran tonelaje y entregarse a esa acción sin pensar en descansos ni horarios, puesto que muchas de las labores eran nocturnas y a altas horas de la madrugada. Así fue como se ganó, sin pretenderlo, el reconocimiento del Ministerio de Obras Públicas, de la Guardia Civil y de otras instituciones. En realidad nuestro Saso tuvo que hacer de conductor, gruista, mecánico por supuesto, auxiliar de ambulancia y hasta, por desgracia, de funerario. Fue su entrega total sin detenerse en contemplaciones y hasta asumió la alcaldía de Pajares durante catorce años.

Mil anécdotas salpican la vida de este ejemplar lenense. Sin embargo él nunca olvidará el día que cuatro monjitas subían el puerto en un Citroën (puede que hasta coincidiendo con la popular película "Sor Citroën") y sufrieron un accidente en plena invernada que las cubrió de nieve hasta quedar medio congeladas. Tras el rápido aviso nuestro Saso acudió rápidamente con el material necesario para el rescate, lográndolo felizmente. Cuando él las conducía rumbo a la Venta de la Tuerta, para que continuasen el viaje le preguntaron: "Y? ¿cómo se llama usted? Ante la respuesta de que el nombre era el de Isaac, todas respondieron, en cierto modo entusiasmadas: "Ya sabíamos nosotros que el Señor nos enviaría, para nuestro rescate, un salvador bíblico".

La vida, la experiencia y su inclinación natural le han concedido, a Isaac García, unas virtudes determinadas. Tiene varios poemas literarios escritos sobre su pueblo, sus gentes y el trabajo que ha desarrollado. Incluso acerca de la muerte. Y los recita en el marco de su reconocida modestia con momentos de auténtica emoción. Uno de ellos termina con el canto a "La Virgen de Covadonga y a su pueblín de Payares".

Por supuesto que tanta vivencia y ese espíritu que le ha forjado un merecido descanso después de la larga caminata de los setenta años, con el apoyo permanente de su esposa Rosa, nos "exige" que hagamos extensivo el agradecimiento a todos aquellos que siempre lo apoyaron personificados en su ayudante Enrique Fernández, y a todos los vecinos de Pajares porque -según su palabras- "sería largo de contar la cantidad de veces que los propios habitantes de este territorio auxiliaron, dieron asilo y aliento a tantos camioneros o conductores que sufrieron las inclemencias del tiempo y las dificultades del mítico puerto".

Contrario al halago y a la complacencia, fuera del deber cumplido, se resiste a mostrarnos algunos de los reconocimientos que organizaciones y organismos oficiales le entregaron tras esos cuarenta y ocho años de labor. A hurtadillas hemos podido saber que posee la Medalla de la Asociación Española de la Carretera, el distintivo de la Asociación de Transportes Cesintra, también en de Ada y la Medalla de la Federación de Deportes de Invierno, entre otras muchas. Como era de esperar el Ayuntamiento de Lena lo distinguió como Hijo Predilecto del concejo y su pueblo, donde nació y vivió, le tributó un merecido homenaje. Por todo ello "el ángel de Pajares" suele decir, como conclusión en tono un tanto humorístico, que el puerto tiene dos estaciones, "la de Renfe y la de invierno".

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