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Por el camino

Veteranos de Mieres, "viejos de mierda"

El respeto a los mayores y otras reflexiones - sobre la pérdida de los buenos modales

Ante todo mil perdones por la burda titularidad de esta croniquilla, pero el asunto lo exige. Ocurrió la pasada semana. Un matrimonio veterano, por encima de los setenta y cinco años, bastante popular en la villa, se acerca a un departamento de la gran superficie comercial instalada recientemente en las cercanías de la capital del concejo con el deseo de adquirir un pequeño mueble para su domicilio. Como la empleada, encargada de la sección se encontraba con otros clientes, se pusieron a la cola en las cercanías, con el fin de ser atendidos. En cierto momento la esposa se sale del punto exacto unos metros para observar, como veinte segundos, otra mercancía, y en tal momento, se acerca un joven, rondando los treinta años, alto y muy serio, que se coloca también a la espera de recibir asistencia. Vuelve la esposa a su lugar y a los pocos minutos es atendida, con el detalle de que, por causas urgentes, la empleada ha de ausentarse cierto tiempo. Entonces se produce el drama.

El joven sujeto en cuestión, le incrimina a la señora que se ha colado, a lo que ella responde, con la obligada cortesía que no es así, puesto que solo se movió uno metros para observar un detalle de la exposición. Entonces se inicia una discusión de alto voltaje y comienzan los insultos por parte del individuo, entre ellos lo de "váyanse a tomar por el?.", "lárguense con el cuento a otra parte", son unos "cabrones", etcétera, etcétera, hasta concluir en un doloroso "viejos de mierda". Dada su actitud el matrimonio recurre a los lógicos adjetivos de "descarado, "faltoso" y "sinvergüenza".

Acuden, ante el alto nivel del altercado, dos empleados de la empresa, con el fin de aplacar los ánimos, pero dirigiéndose solamente al matrimonio, nunca al otro lado, sin duda la más ofensiva. Ante la demanda del "viejo de mierda" de si existe en el centro comercial un servicio de seguridad, le contestan que solamente para asuntos internos, nunca para conflictos entre clientes.

Muy bien. El matrimonio decide renunciar a la compra y ausentarse con el lógico cabreo al cubo. Y ahora viene la reflexión. Dejando a un lado la actitud ofensiva del individuo en cuestión, totalmente ausente del más elemental respeto a la convivencia humana, haciendo de su tesis una especie de ofensiva, propia de los más bajos fondos de la relación humana, uno se pregunta, ¿Cómo es posible que una entidad, (el centro comercial), de la envergadura que nos ocupa, no tenga a mano un servicio de intervención para estos casos, pero con la obligación de establecer los cánones de un mínimo de justicia, ante la pruebas irrefutables, y exigir al "faltón" de turno, fruto sin duda alguna de la ausencia de la más mínima señal de educación que se contenga de su insultante verborrea?

Pues sépase que los empleados intervinientes se dirigieron de forma exclusiva al matrimonio, con aires de paternalismo, como si fuese poco menos que los causantes del conflicto. En fin, ver para creer y para reflexionar sobre lo que nos espera de cara al futuro. Menos más que la creencia de este matrimonio mierense es que el provocador del hecho viene a ser un "rara avis" dentro del conjunto de las nuevas generaciones locales.

La crítica: ¿Más todavía? Allá va en forma de pregunta formulada por un ciudadano de esta casa: "Oiga, ¿sabe usted algo de si el Ayuntamiento piensa montar un parque jurásico en pleno corazón de nuestra localidad? Y es que, en la parcela donde se anunció, hace unas fechas, la posibilidad de más aparcamientos, (entiéndase donde antiguamente estaban Bodegas Sin Agua), aparecen animales muy raros, enormes de grandes (podrían ser ratas gigantes), que incluso infunden terror a los gatos, en medio de una gran maleza. Desde luego la ironía no resta valor al dramatismo.

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