La mayoría procedían del Cuartel del Farnesio en Valladolid. Caballos y jinetes, todos militares, alguno de los cuales tuve ocasión de conocer en una visita que hice a un amigo que hacía la mili en ese acuartelamiento a finales de los años setenta. Cuanto menos recuerdo haber saludado al Capitán Valenzuela que montaba varios caballos del hierro cuartelero. Otros jinetes eran civiles y tenía su propio hierro, como la célebre Señorita Zendrera, eran los menos. Pero todos ellos no faltaban ni un año a las jornadas hípicas de San Pedro en La Felguera que después de treinta y cinco años se reeditan en estas próximas fiestas para las que queda menos de un mes. Y aunque no coincidan estrictamente con los días festivos, sino que se celebran unos días antes, no dejan de ser una buena iniciativa de la nueva directiva de los festejos sampedrinos. Un evento que se echaba mucho de menos y que, por entonces, era uno de los que concitaba una mayor asistencia de público local y foráneo en escenarios como La Barraca (Ganzábal), el Campo de Lada, La Moral de Tuilla, y La Camponada, donde parece que será en esta ocasión.

Las pruebas se hacían en las tardes, entre las cuatro y las nueve, y raros eran los virusos que no se acercaban por allí a hacer algunas apuestas, de manera que a todo el mundo se le veía provisto de la guía que señalaba las series y sus participantes. Completaba el espectáculo la megafonía, la música en los descansos entre series, los carros de helados y puestos de bebidas. En la villa felguerina nació una verdadera pasión por "el hípico". Éramos de caballería, pero fue diluyéndose después de que dejaron de hacerse y ahora esperamos vuelva a retomarse con esta iniciativa. Serán nuevos jinetes, nuevos caballos y, en su mayoría, también nuevos espectadores porque no en vano han pasado más de tres décadas desde entonces. De todas formas aún quedamos los viejos aficionados que, sin duda, acudiremos a reverdecer gratos recuerdos.