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Panza arriba

AVE María purísima

Un análisis sobre el interés que despierta la alta velocidad al ritmo que se demora la obra y se pierde población

Una de estas tardes magníficas, que estaba para manga corta y no molestaba el sol de junio que tanto pica, con las terrazas hasta la bandera, el paseo lleno de gente, el parque lleno de niños, la plaza de Requexu llena de bebedores de sidra y el paseo del colesterol lleno de atletas de última hora, hubo una tertulia sobre la variante de Payares a la que fueron los tertulianos políticos y sus séquitos, igualmente políticos, y no puedo decir de qué trató porque a esa hora y con ese tema, lo siento mucho, pero me apetecen más la terraza, el paseo, el parque, la plaza, la sidra y la vueltina. Bueno, la verdad, no sé por qué digo que lo siento mucho cuando en verdad no lo siento nada. ¿No nos interesa la variante de Payares? Seguramente lo que no nos interesa es que nos venga a hablar de ella la gente que no hizo nada por ella. Que siguen sin hacer nada por ella. Ni el del PSOE que da igual que gobierne que no gobierne. Ni el del PP que da igual también que no gobierne que gobierne. Ni el del Foro que es más de lo mismo del PP. Ni el de IU que era Gaspar Llamazares y da igual que diga lo que diga que diga lo contrario. Ni el de Ciudadanos que canta en el Coro Minero de Turón y que vino sin ellos y entonces pierde mucho. Ni el de Podemos que en vez de venir el primero vino el Segundo, que te da la sensación que pinta menos que el tercero. Ni los portapancartas de todas las manifestaciones desplegando una que desde el patio de butacas no se leía, que para el caso daba lo mismo.

Igual hubiera sido más interesante el acto de haber asistido los dos puntos aquellos que coloraron la primera piedra del proyecto una mañana de febrero de 2004. No sé si se acuerdan de ellos. Constan sus declaraciones a la prensa afirmando que las obras se entregarían en 2009. Pocos los creían de aquella. Calcula ahora. Se llamaban Francisco Álvarez Cascos y Rodrigo Rato. En serio. Tanto monta, monta tanto. Descarado que de haber venido ambos a la tertulia el debate hubiera ganado interés. Tanto como para seguir las terrazas llenas, el paso hasta arriba, el parque a rebosar, la plaza atestada, la sidra más buena que nunca y la vueltina lo bastante grande como para no verles la cara ni de broma.

Pregunta retórica visto lo visto: ¿interesa a alguien lo de la variante de Payares? Seguramente sí. El interés es como el valor en la mili: se supone. Comentaba LA NUEVA ESPAÑA que Mieres baja de treinta y nueve mil habitantes. Perdimos diez mil desde que el AVE está en construcción. Dentro de otros quince años, cuando los más optimistas piensan que esté a pleno rendimiento, ¿tendrá algún interés para los veintinueve mil que de aquella vivan aquí? Seguramente no, porque para un número de población tan pequeño no tendremos siquiera estación. Ahí está la cuestión: la gente ya sabe que la variante de Payares no va a repercutir en nada en nuestra vida dentro de unos años y lo que hace es pasar de ella. No es que no interese, sino que no tiene relevancia. Al final, ¿que más nos da tener la estación en Campumanes que tenerla en Xixón si la mayor parte de nosotros sólo la utilizaremos en Navidad cuando volvamos? Mientras tanto, el único AVE a mano es el de los cristianos a la hora de confesar cuando les dice el cura lo de Ave María Purísima. Y el penitente contesta: Sin pecado concebida. ¿Alguien se imagina a Rodrigo Rato diciendo sin pecado concebida? La variante de Payares. Sin pecado concebida. Ver veremos. Como el geriátrico de Felechosa. Sin pecado concebido.

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