La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dando la lata

Aquella mujer

Falleció hace un mes y no lo he sabido hasta ahora. Un lástima, porque me habría gustado despedirme de ella. Menuda, enjuta y mal encarada como ella sola. Ni un gesto amable. Ni un ápice de ternura. No hablaba: lanzaba dardos cargados de veneno. Y una cabeza como el hormigón. Y desconfiada a más no poder. No era pobre, pero vivió como si lo fuera. Y de solemnidad. Costó Dios y ayuda convencerla para que comprara una nevera y una cocina moderna. Y murió protestando, porque con la de carbón se manejaba mejor. O eso decía. No hubo forma de que cambiara el colchón. Qué digo colchón: aquel jergón lleno de bultos. Que no y que no. Me dicen que allí respiró por última vez. En su casa vieja y húmeda. El único mundo que conocía y en el que quiso permanecer hasta el final. Porque de salir de allí hacia lugares más cómodos, sanos y descansados, ni hablar del peluquín. Hace años entré en la vida de aquella mujer recelosa y desagradable y, cosas de la vida, conectamos. Recuerdo su mirada la primera vez que nos encontramos. Aquellos ojos decían "no me fío de ti ni un pelo". Después hubo más visitas, más trasiego de papeles, más gestiones. Y un día me di cuenta de que aquella pequeña y extraña mujer sólo confiaba en mí. No se cómo, pero adiviné la combinación que abría la puerta de aquella cabeza dura como un adoquín. Y, a su manera, en algunos momentos incluso intentó ser amable, algo que no conseguía por una simple cuestión de práctica: no sabía serlo, nunca lo había sido y el resultado de sus esfuerzos era desconcertante y un tanto cómico.

Me estoy viendo a la puerta de su casa, con el maletín cargado de documentos y ella, tras los borrosos cristales de la cocina, esbozando algo parecido a una sonrisa y un gesto de despedida. Recuerdo que subí al coche y me sentí feliz. Feliz y cargado de responsabilidad. Por nada del mundo podía defraudar a aquella mujer flaca, encorvada y de lengua afilada como un cuchillo japonés. Creo que no lo hice. La echaré de menos.

Compartir el artículo

stats