Según sean los acontecimientos, los aniversarios pueden ser buenos o contener tristes y malos recuerdos. Ahora, en España, conmemoramos el asesinato de Miguel Ángel Blanco, que para muchos de nosotros representó repulsa y mayor odio hacia aquellos que pretendían obtener con la violencia algo diferente para su territorio.
Todavía ahora vemos en televisión aquella asombrada cara de su padre, cuando le dijeron a la puerta de su casa lo que le habían hecho con su hijo. Fue una noticia tan terrible que su padre no volvió a hablar ante ningún medio de comunicación. Cosa que sí hizo su hermana Mari Mar con una valentía que nos asombro a todos.
Aquel padre que el día anterior había llevado a Miguel Ángel a su trabajo en la furgoneta que le había librado del secuestro en aquel momento y que poco le sirvió para que al día siguiente le secuestrasen. Su madre le aconsejaba que modificase su habitual ruta "por si acaso". De poco le sirvieron al muchacho los consejos de una madre o la confianza de un hijo en su proceder.
El aniversario de Miguel Ángel Blanco sirve como muestra desgraciada de los muchos asesinados por ETA, todavía no disuelta, aunque sí inactiva a Dios gracias y a una Guardia Civil y Policía Nacional incansables. Y no sigo porque se me revuelven las tripas pensando y recordando algunos de estos luctuosos aniversarios.
