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Los recuerdos de mi lápiz

"El Telescopio" y música... teatro

Los años dorados del escenario del Pilar Duro de La Felguera

Los recuerdos son como un tapiz, un tapiz de vida, apretado entre las arrugas del olvido.

Siempre, siempre hay que volver la mirada atrás para que los recuerdos rocen suavemente nuestra alma, como el humo roza el aire al subir.

En los recuerdos de mi lápiz, las sombras de grafito dibujan la entrañable figura de Manuel Vivo Torres, "El Vivo". Vocalista cantante de inolvidables orquestas que marcaron toda una época. La "Jazz Alonso", "Pocovi y sus Norteños", la "Gran Kapitol", "Orquesta Imperial"... llenaban de alegría años muy difíciles.

Aquella Felguera industrial, de casas y barrios rodeados de fábricas y talleres, era musical por excelencia. Desde el colegio La Salle se aprendía a rasgar las guitarras y laúdes, prendiendo en los corazones el amor por la música. Pero es el Teatro Pilar Duro, el gran marco, el odeón musical que acoge las manifestaciones artísticas de los aficionados cantores. Unos como solistas y otros desde formaciones y grupos.

En aquel teatro, además de representaciones cinematográficas, se celebraban concursos de la canción del momento. Y ésta es la sencilla historia de uno de aquellos concursos, "El Telescopio", del que fue protagonista nuestro cantante Manuel Vivo Torres, "El Vivo".

Eran los años cincuenta y muchos o sesenta y pocos y llegaban a la final los cantantes, Oscarín, "El Jilgueru de La Campa", y Manuel Vivo Torres, "El Vivo". Los empates se sucedían sin que ninguno se destacara sobre el otro. Ya por fin, en las dos últimas canciones para elegir al ganador y conceder el primer premio, dotado nada más y nada menos que con unos zapatos de finísimo tafilete, de la zapatería Calzados Cuesta de La Felguera, Oscarín se arranca con la bella canción de Bonet de Sampedro "Están clavadas dos cruces en el monte del olvido".

Los aplausos inundan los palcos y plateas del gran teatro. La victoria parece estar en las manos de Oscarín. Pero "El Vivo" tenía un as guardado en la manga y responde con el último éxito de Antonio Machín, y con aquellos "Angelitos negros" gana el primer premio y se lleva para casa los preciosos zapatos negros de finísimo tafilete.

Podéis preguntar si esto sucedió así, porque yo lo leí en las nubes, que es donde escribe la pluma del alma.

Esto pasaba en aquel añorado teatro, cuya Diosa que coronaba el marco del gran escenario lloraría años más tarde al ser derribado. Los felguerinos lloramos con ella y llevamos desde entonces una herida que no cicatriza.

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