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Un viaje en piragua por el río Nalón

Un inolvidable viaje remando desde Pola de Laviana hasta Langreo

Casi 50 años contemplan el Descenso Internacional del Alto Nalón. Prueba piragüista fundada por Chema Valdés, con la ayuda de su esposa Pili.

Mi querido amigo Chema, eterno enamorado de su sagrado río Nalón se empeñó en que yo viviera el descenso, lo que fue para mí un inolvidable viaje en piragua que hoy quiero contar.

Ocurrió en una mañana clara, radiante, luminosa, pertenecía a un día de avanzada primavera. La atmósfera diáfana, extendía perfumes de flores y plantas que inundaban de exquisita fragancia el lugar de nuestra salida.

Chema y yo posamos la piragua sobre el lecho de las cristalinas aguas. La piragua de trabajada fina madera, relucía y brillaba, como si se tratara de la más perfecta y bella escultura que yo pudiera imaginar.

A la orden del patrón -Chema por supuesto- hundimos nuestros remos, avanzando sobre las ondulantes aguas de nuestro río.

Paleando con fuerza cruzamos el puente de La Chalana y Pola de Laviana se extiende en la margen derecha. Las frescas gotas de agua que proyectan nuestros remos chocan sobre mí rostro trayendo recuerdos de niñez. La Chalana, donde nos bañábamos, después de sufrir con gozo, lo que nos parecía un largo viaje en el ferrocarril de Langreo desde La Felguera.

Un movimiento brusco de nuestra canoa, me despierta de mi soñada aventura infantil. Chema palea con fuerza y a la altura de San Martín, recuerdo la placa de bronce que hice a José María Fernández "Carabín" fundador de la banda de música de S. Martín del Rey Aurelio.

Sin apenas darnos cuenta, hacemos varios kilómetros. Que el río en sus riberas, va perdiendo su sabor a madera y su aroma a helechos se sustituye por la áspera piedra que canaliza sus márgenes y lo convierte en urbanizable, perdiendo así su carácter natural. En la ribera derecha, vemos discurrir el tren FEVE, sucesor del ferrocarril de Langreo y el paisaje ha perdido la preciosa estampa de aquella locomotora que lanzaba al cielo la enorme bocanada de vapor que la impulsaba.

En la otra ribera, contemplamos los dos colosos castilletes, del pozo Sotón. Se alzan erguidos, silenciosos, pero orgullosos como cíclopes que añoran tiempos pasados de gloria. A nuestro paso, parecen vigilarnos con su enorme ojo polifémico y como un resorte, aceleramos nuestra boga imitando a un Ulises que trata de regresar a su Ítaca soñada.

Nuestra Ítaca es nuestra histórica Villa de Ciaño donde ya no luce en su parque el busto de Doña Rosario Felgueroso ni la escultura del poeta León Delestal, fueron robadas dejándome huérfano de mis queridas obras.

¡Pero Sama ya está a la vista! Atravesamos el puente de los ingleses y ya vemos muy cerca la meta. Nuestro viaje en piragua por el río Nalón llegó a su término, llegó a su fin, las aguas seguirán su viaje hacia otros destinos. Mi amigo Chema y Pili su mujer posaron para Los Recuerdos de mi Lápiz y siempre les agradeceré el inolvidable viaje en piragua.

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