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Dando la lata

Una de croquetas

Vamos a ver: ¿a qué se debe la actual tendencia a la miniaturización de la croqueta? Manjar español donde los haya, con unas dimensiones en torno a los ocho por cuatro centímetros y que hoy va camino de la mínima expresión. Siempre hubo excepciones, lo sé, pero en sentido inverso, a lo grande, como el croquetón de Salamanca, al que antes de hincar el diente hay que parcelar. Hemos pasado del cuasi cilindro de dos bocados a las esferas, a la bala calibre 22, hasta llegar al formato pastilla para la tos. Oiga, no. Una croqueta es una croqueta. Un respeto a tan noble exquisitez. Ya me jorobó el del "Al Son del Indiano", allá en Malleza, con sus redondas croquetas líquidas. Aquel francés grandullón que parecía estar siempre enfadado advertía: "De un solo bocado, que chiscan". De una vez al coleto y?. ¡qué deliciosa explosión de sabor dentro de la cavidad bucal! Pase como innovación, pero me parece que nos hemos venido arriba y ya estamos llamando croqueta a cualquier cosa. Y no debería ser así. Que pides una ración y con demasiada frecuencia te sirven algo que parece un plato de kikos. La miniaturización ha tenido sentido en muchos ámbitos, sobre todo en la técnica, pero incluso ahí existen los límites. Recuerden cuando los teléfonos móviles comenzaron a menguar hasta que con una única pulsación le dabas a media docena de teclas a la vez. No hombre, no. Y los fabricantes dieron marcha atrás para volver al zapatófono, que es lo más adaptado a las condiciones humanas. Ah, y otra cosa: me parece bien que ofrezca usted croquetas de viguetas de construcción, de flores de loto al aroma de polonio, de cefalópodo abisal y virutas de corcho portugués, pero no abandone la receta clásica, la bechamel como mandan los cánones (que es sin cebolla, por cierto) y ese jamón tan nuestro. Y la carne del cocido. Y el bacalao. Y con las patatas, pues haga usted puré o tortilla, pero no masa de croquetas, que luego hace bola y baja malamente por la cañería. Una última sugerencia: matemáticas. Mi última experiencia fue la siguiente: Ración de croquetas para dos; once pequeñas unidades. ¡Once!

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