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Los recuerdos de mi lápiz

"Calo" y el Campo de sus Sueños

Ven a correr, ven a sentir, ven a jugar... al Campo de mis Sueños.

El 16 de octubre, Ricardo Fuente González "Calo", en silencio y muy despacio, cerró las puertas del Campo de sus sueños. Se fue con su bolsa de equipaje llena, repleta de ilusiones, de cariños, de labores calladas, que él tanto entregó a ese campo de sus sueños, donde jugó el partido de su vida.

Ricardo Fuente González, Calo, vivió para el fútbol de barrio, no hizo más que servirlo, que buscar los balones, que pintar las rayas del campo, que montar las redes, que ingeniárselas para comprar las camisetas, arrimando siempre dinero de su bolsillo. A toda esa enorme labor este langreano sencillo, afable, enamorado del fútbol de barrio, le dedicó toda su vida.

En este mismo año y muy poco antes de su marcha, Calo disfrutó en El Carbayu de la distinción de "Langreano de Honor" a su querido equipo El Alcázar. Aquellos, los equipos que fundó años ha, como El Águila y La Saeta, esos los llevaba siempre grabados en su corazón.

En aquella preciosa jornada en El Carbayu, celebrando el merecido título del Alcázar, seguro que él en su fuero interno se vio sobradamente pagado. Pero sus jugadores, sus amigos y todos los que amamos el fútbol de barrio estamos en eterna deuda con él.

Yo, que tengo el gusto de realizar todos los años desinteresadamente para La Sociedad de Festejos del Carbayu ese trozo de bronce, que refleja sobre la placa a todos los Langreanos de Honor, desde aquí, desde estos Recuerdos de mi Lápiz, deseo con cariño fundir en el próximo año el nombre de Ricardo Fuente González, Calo. Langreano de Honor.

Estoy completamente seguro de que muchos me apoyaréis en esta petición. Porque Calo se merece por lo menos ser Langreano de Honor, para que su recuerdo, permanezca en ese bellísimo balcón desde el que se divisa su querido Pueblo de Langreo.

Calo, cuando vaya a pintar las rayas y a colocar las redes en su campo del cielo, seguro que mirará de reojo y sonreirá al ver su nombre colocado al lado de El Alcázar, su querido equipo y agradecido se quedará pensando que su labor por el fútbol modesto mereció mucho la pena. Desde allá, con su mirada, seguro que dirá : Gracias por correr, gracias por sentir, gracias por jugar... en aquel Campo de mis Sueños.

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