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Situación de quiebra técnica

El incierto futuro de las arcas del Estado ante los niveles de deuda pública y la falta de fondos en la hucha de las pensiones

He llegado al convencimiento que cuando se escribe sobre política y sus profesionales no se puede utilizar la ironía de Quevedo ni la retórica de los clásicos. Más bien debemos acopiarnos del realismo de Larra y el bisturí de García Lorca. Más que nada, porque su actividad diaria les otorga gran capacidad de mutación, son escurridizos y segregan vaselina para tornar en su favor todo los que a los demás nos supondría descrédito. Así no cometeré el error de volver a ironizar, por ejemplo, sobre la inexistencia de recesión, como en su momento hice, en los últimos meses del reinado de Zapatero. Recuerdo que enfrenté aquella columna partiendo de la hipótesis de no-recesión porque desde el punto de la Teoría Económica deberían consumarse tres periodos de tres meses consecutivos en crecimientos negativos y solamente llevábamos dos. A lo largo del recorrido existencial de aquella crónica, los datos y sus futuribles, desgraciadamente cumplidos posteriormente, iban falseando la hipótesis inicial y finalmente la conclusión venía a negar la opinión defendida por el Gobierno de ZP. Vamos, que sí había recesión. Algo que el exministro de Economía, Pedro Solbes, se ha encargado de ratificar estos días. Sería importante saber, por qué no lo hizo entonces?!

Por eso, para evitar errores de bulto, intento plantar con firmeza mi prosa hacia la claridad de los principios elementales de la Ciencia Económica y abandonar los dobles significados. En el fondo es un propósito que no sé si he logrado. Así, si hay que decir que Rato y su presidente Aznar crearon y potenciaron la burbuja inmobiliaria y que su sucesor, José Luis, debiendo haberla "pinchado" la rehogó para que nos reventara a todos al final de la primer década del siglo XXI, se dice y grita a los cuatro vientos. Por cierto, el señor Solbes, en sus recientes intervenciones en el congreso, apunta también en esta dirección.

Ya en nuestros días, en plena batalla por la tierra de Mordor, a caballo de los "siete sietes" del imperio de Rajoy, tan similar al bienio negro de su antecesor ideológico Lerroux, nos encontramos, me temo, en una situación quiebra técnica del Estado español. No caben medias tintas ya, ni "díxome, díxome" que valga. Porque luego solo queda que los "ex" se conviertan en estupendos y se rasguen las vestiduras culpando a sus jefes gritando a quien quiera escucharles.

Bien las bases, pues al ataque. Cuando una empresa no puede hacer frente a sus obligaciones a corto plazo y su pasivo se "come" literalmente al activo, se obra jurídicamente la figura de la quiebra técnica, mucho más complicada de superar que una suspensión de pagos. Su desenlace suele ser el concurso de acreedores, tras la disolución de la sociedad.

Analicemos en caso del Estado español. Y para ello vamos a utilizar la metodología contable y suponer que se trata de una empresa, por ejemplo, de nombre "Mariano, Cristóbal. Luis & Cia. S.A." cuyo balance a 31 de diciembre de 2018 deja los siguientes datos: Una deuda pública galopante, fuera de los límites aceptables por la UE, con un pico final del 100,33% del PIB; un déficit público, estimado, en torno al 4% del PIB, sin tener aprobados los Presupuestos Generales para 2018. Y no podemos olvidar la necesidad acuciante de 15.000 millones de euros para cubrir las pensiones de dicho año. Con una hucha de pensiones, ordeñada hasta la extenuación, a la que solo le quedan 8.000 millones de euros y telas de araña donde antes había remanente suficiente. Comentar los datos de los niveles de pobreza o del mercado de trabajo, precarizado por una Ley que lo pretendía dinamizar y lo ha terminado de asesinar por inanición, es predicar en el desierto.

Enfrentamos el nuevo año, yo al menos, con un terror que impide a la camisa tocar el cuerpo. Sin Presupuestos aprobados por falta de cromos para cambiar; con acuciante necesidad de recursos para pagar las pensiones y desconocimiento de fuentes efectivas que los provean. A todas luces inviable seguir financiando y cubriendo las fugas con cargo a deuda pública si no queremos perder de vista el horizonte del 100% del PIB, que es casi el doble de lo permitido por la UE? En resumen, lo que en el balance de situación de cualquier empresa, representaría una quiebra técnica aunque no haya nadie que se atreva a decirlo.

Pero, amigos, tampoco es para tirar voladores la serie de propuestas previstas por la oposición. Así por ejemplo establecer un impuesto a la Banca, como el señor Sánchez propone, es a juicio del responsable de esta columna, una quimera ya que se transformaría en un recargo, en forma de comisiones, fletes y sobrecostes para los clientes de los bancos quienes asumiríamos sobre nuestras espaldas un estacazo más. Otra cosa, muy distinta, sería la exigencia de reposición del montante íntegro del rescate al sector, que además hemos pagado todos. Pero claro, exigir esto, además de que requiere un gran valor y arrobas de honestidad al que lo esgrima, entraña un gran peligro porque es la propia banca la que financia las campañas de los partidos políticos, da dinero a las grandes empresas y, en definitiva cuenta, rehoga con queroseno las fauces del dragón de Mordor. En resumidas cuentas, y puestos a proponer, hasta me parecería menos irresponsable que imponer tasas a la banca nacionalizarla de una vez.

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