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Pel Camín

En busca del tesoro perdido

Mieres precisa de sensibilidad institucional y ciudadana

No hay más cera que la que arde. Mientras que políticos, sindicalistas y otras fuerzas se afanan en la defensa del carbón -de los restos del carbón, claro- la comarca del Caudal sigue perdiendo fuelle con un despoblamiento de sus áreas, tanto urbanas como rurales, a fuego lento pero inexorable. Recientemente la periodista Carmen M. Basteiro publicaba un reportaje de cifras y hechos consumados en el conjunto de las aldeas y pueblos de la cuenca, que es como para sentir el frío del finiquito en el conjunto de la población.

¿Alternativas de cara al futuro? Pocas se presentan para el concejo mierense. Y es que no se puede fiar todo a la posibilidad turística que viene a ser el único gancho que nos presentan. No está esta villa y corte para tales menesteres. De todas formas indispensable se presenta eso de ofrecer, a la vista del análisis visitante, una imagen mejor de la que hoy día ofrece el área metropolitana. Me gustaría brindarles una forma de conocer, un tanto a vista de observador, la panorámica de la capital del concejo. Tienen ustedes la siguiente oportunidad. Cualquier día festivo, tranquilo y sereno, madruguen un poco y dense una vuelta por los dos viejos barrios que en su día dieron barniz castizo al ambiente local, con aires de historia y grandeza. Me refiero a los de La Villa, Requejo y el tercero -¿A ver que pasa?- con los solares que a la vista están del desaparecido Oñón.

De Requejo, donde anida la esencia de un ambiente propiciado por el consumo de la sidra, bebida asturiana por excelencia y que le viene dando aún carisma y fama, ya se habló últimamente sobre sus graves problemas provocados por la conservación y en muchos casos la desaparición de sus viejos edificios, porque, seamos sinceros, la buena cara de la plaza de San Xuan, "bautizada" como catedral de la sidra, viene tapando lo que queda detrás.

Hoy nuestra intención es referimos al de La Villa, señal inequívoca del nacimiento vital de este pueblo. Se inició en su día una rehabilitación que prometía alcanzar un plan de restauración de los típicos edificios del barrio aún en condiciones de mantener su vitalidad, y acompañar estos proyectos con edificaciones, en solares libres haciéndole el juego al conjunto. Baste el detalle de que la parcela donde estuvieron los juzgados, aparece hoy convertida en una pequeña área de ocio y solaz, como señal inequívoca de la transformación.

Pero, el intento se puede decir que quedó a la mitad, con pequeños edificios que presentan señales de ruina, maleza en determinadas zonas y las famosas "caquitas" perrunas que, desesperadamente, abundan por todo el casco urbano de la ciudad. El río Duró, al igual que el San Xuan en Requejo, presenta una cara deprimente con amagos de basurero y malos olores que sirven de rechazo a la presencia de posibles visitantes.

Y aquí es donde entra la actitud ciudadana. Da la impresión de que, al igual que ocurre con los excrementos de mascotas, vamos a necesitar una agente de la Policía Local por cada habitante, con el fin de evitar sus desmanes en cuestión de respeto a las más simples y a la vez importantes normas de la convivencia humana. El que tenga por costumbre saltárselas a la torera, debería buscarle un lugar solitario en inhóspito para desarrollar su vida. Más de una vez hemos entonado eso de "bonita villa de Mieres que guapina vas a ser, con el encauce del río y el puente que van a hacer". Ambas aspiraciones se materializaron. Otros problemas vinieron casi a quitarnos el pan nuestro de cada día. Y nosotros tan campantes, haciendo de las nuestras. Es una forma más de hacer patria. Pero al revés.

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