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Panza arriba

El Maestro

Vivencias con el recientemente fallecido Misael Fernández Porrón

Mi primer día de trabajo municipal coincidió con el primer día de las primeras Jornadas de Montaña. Misael Fernández Porrón me acompañó desde el Ayuntamiento hasta la Casa de Cultura Teodoro Cuesta. Era el concejal de Cultura. También era maestro en el Santiago Apóstol. No tenía más trato con él que haber coincidido en el tribunal para la plaza. Sabía que yo también era maestro, aunque sólo de estudios. Para ejercer se necesitaba algo que tuvo mi padre, también maestro, muchos años, pero de lo que yo carecí. Preferí la mina a la escuela. Siempre dije que era un trabajo más llevadero. De camino, Misael me comentó que el responsable de las Jornadas era José Luis Santos, 'Lupas'. Me dijo: "Lo importante de este trabajo es encontrar a la gente que sabe y tiene ganas de hacer cosas". Tomé nota. Lupas siguió al frente de las Jornadas de Montaña veintitantos años más, hasta su muerte. Un día, cuando el deterioro de Lupas por la enfermedad era grande y todo el mundo me insistía en que no podía seguir al frente de las Jornadas, Misael se acercó a la clausura -era director general de Deportes-, lo vio con sus propios ojos y al despedirse nos dio las gracias por cuidar de él. Digo "nos dio", porque ya de aquella éramos unos cuantos más. Pero siempre nos pareció importante ser fieles a esa gente que siempre supo y tuvo ganas de hacer cosas.

Como buen maestro me dijo que me atreviera a hacer algo diferente. Cuesta atreverse a plantear algo nuevo, porque quién se atreve se equivoca muchas veces. Gracias a ese planteamiento, a mí cada vez me gusta más equivocarme porque sigue significando que me sigo atreviendo a hacerlas. Una de mis primeras propuestas fue crear el Premio "Teodoro Cuesta" de poesía y, de paso, una Colección de Poesía en la que vieron publicados sus primeros libros escritores como Nel Amaro, Xuan Bello o Xandru Fernández. Era diferente porque hace treinta años no existía nada parecido. Pudo hacerse porque, más allá de la propuesta administrativa y económica, estuvo la defensa política por parte de Misael. Un concejal que no necesitó en ningún momento ser defensor de la lengua asturiana, porque fue en todo momento un defensor de mi derecho a utilizarla. Contra la opinión de tantos otros concejales que pasaron por el ayuntamiento. Y, seguramente, tantos otros que vendrán, porque la estupidez y la intolerancia son herencia del pasado, flor del presente y también semilla del futuro. Lo recordaba el propio Xuan Bello esta tarde del 9 de marzo, durante el recital de poemas que dio en la Casa de Cultura. Cada vez vamos a necesitar más gente como Misael. Maestros de las pequeñas cosas.

Pero, más que nada, con Misael aprendí a aguantar el chaparrón ante las críticas gratuitas. Todavía conservo algún recorte de prensa de la época. Las críticas son buenas por dos cosas: por lo que aprendes, con algunas, y por lo que te ríes, de otras. El edificio de la Casa de Cultura acababa de inaugurarse y había mucha gente con muchos proyectos. Al propio Alcalde, Eugenio Carbajal, le hubiese gustado más tirar el edificio y hacer algo nuevo. Un vecino muy asociativo y muy indignado de aquella todavía sigue siendo muy asociativo y muy indignado ahora. En Mieres, como en cualquier parte, hay cosas que nunca cambian. Media docena de críticos muy críticos hasta llegaron a exiliarse, al menos de palabra. Pero a otros muchos les dio tiempo y ganas de hacer muchas cosas, unas que siguen funcionando y otras que se quedaron por el camino. El día del concierto de Víctor Manuel en Los Mártires, a las seis de la mañana, con un tráiler de material tirado en la esquina de El Pedroso porque no podía girar, con una huelga de ganaderos que no permitía que los músicos llegaran desde el aeropuerto al Valle de Cuna, con la Guardia Civil llamando toda la semana porque la previsión de asistencia podría superar las treinta mil personas, con unos vecinos de Villamartín abriendo una trocha entre bardiales para poder pasar desde la carretera del pueblo hasta detrás del escenario, con "Lito el de la Casina Musical" yendo en moto hasta el aeropuerto para poder traer al menos al propio cantante? ese día 27 de septiembre, para el que llevábamos trabajando más de seis meses, salió todo bien: se descargó el tráiler en camiones más pequeños, llegó Lito en moto con Víctor Manuel, llegaron los músicos con Ana Belén, se cruzaron los praos por la caleya que abrieron los de Villamartín y la Guardia Civil nos informó que la asistencia al Valle rondaba la cuarenta mil personas. Ese día, cuando se apagaron todas las luces y nosotros seguíamos en el práu de la fiesta, Misael me dijo: "Cuando todo sale bien, sólo te felicitan los amigos". Sin duda, es la felicitación que más presta recibir. Conservo sobre la repisa del salón una foto de Juan Grela de aquel día.

Me quedan buenos recuerdos de aquellos años, posiblemente porque de los malos nos olvidamos más fácilmente. Eran esos buenos recuerdos los que tenía ganas de compartir.

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