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Desde mi Mieres del Camino

Los recuerdos tras la "movida" mierense

Antiguos trabajadores de la discoteca "Yubana" se reúnen para revivir sus años de esplendor

Cuando el tiempo lo permite, que en ciertas situaciones lo hace casi en cualquier momento, la reflexión de los tiempos, convertida en una buena dosis de nostalgia, salta a la escena para acercarnos a otros espacios temporales con una buena carga de recuerdos, en su mayoría positivos porque, en este singular ejercicio de actualizar las vivencias, suelen queda apartados los momentos negativos, mientras que toman relevancia los agradables y enriquecedores.

Mieres vivió varios acontecimientos históricos en calidad de protagonista de primera línea. No se trataba de hacerle el juego al discurrir de la historia general, sino de adoptar ser dueño del protagonismo personal para dejar su santo y seña, seriamente rubricado en el pensamiento, al menos de una generación. Recuerden ustedes que, salvados los sellos prohibitivos impuestos durante largo tiempo, este pueblo se erigió en recuperador pionero de los Carnavales desde la óptica de una de sus principales calles, la de La Vega. Y quizás por cierta coincidencia marcó la tónica de un nuevo movimiento de expansión festiva por parte de la juventud generacional, que venía pidiendo paso. Y fue precisamente en la calle La Vega donde Mieres levantó la bandera de la "movida" local que, a la vez y como por encanto, al poco tiempo se convirtió en la "movida" asturiana, puesto que de los principales núcleos de esta comunidad autónoma llegaban los fines de semana, principalmente en los trenes de Renfe y Feve, así como en las línea regulares de autobuses, toda una embajada juvenil que posteriormente regresaba a sus lares, al día siguiente en las primeras horas diurnas.

Y?a qué viene todo esta especie de testamento recordatorio de otros tiempos que ya se fueron, eso sí, dejando su huella imborrable. Según noticias recibidas, recientemente se celebró un encuentro gastronómico de los que fueron empleados y colaboradores de Valentín Fernández "Tini", promotor y gerente de la discoteca "Yubana", la que levantó bien alta la bandera de una "movida" inolvidable, aunque -todo es justo decirlo - otros proyectos se movieron entre bambalinas con anterioridad, tal es el caso de Xenón, Kraker, Gardens, Faust. En fin, unas cuantas salas más que iniciada su efeméride siguieron más tarde los pasos de "Yubana", que enarbolaba su nombre por los rincones asturianos, como reclamo de unos fines de semana que resultaron, como marca de la casa, auténticos baluartes de la esencia de una ambiente increíble capaz de romper todos los moldes.

Recientemente, el que suscribe tuvo oportunidad de reunirse con algunos de aquellos protagonistas que ahora celebran años a la vez que, algunos, peinan canas y otros ni eso siquiera. Se puede citar a Pedro Alonso, Vicente Noriega, Iván Fernández, hijo del recordado "Tini", Enrique González, Luis González?. en fin, gente de casa que aún conserva sus raíces en este suelo. El primer destello que salió a relucir fue el recuerdo del fallecido Valentín Fernández "Tini", junto a otros inventores del fenómeno también desaparecidos.

Y por supuesto a quien tuvo a honra mantener, durante unos cuantos años, la puerta bien guardada del "Yubana", Lito el de "La Casina", que coincidió unos años, a principios de los ochenta, con José Luis Argüelles, entonces portero del local y hoy redactor de LA NUEVA ESPAÑA en Gijón. En charla desenfadada pero bien recordatoria, surgieron anécdotas y hechos inolvidables para el devenir de los tiempos.

Partiendo de la Pista de Sampil, final de otra etapa altamente singular en el discurrir de los tiempos mierenses, se puede decir que allí surgió el primer "chispazo" del cambio con la puesta en escena de "Kraker", seguido rápidamente por "Xenón", y como no podía ser de otra forma, por "Yubana". Pero, claro, también aparecían las diferencias, no de formas de actuar de los promotores, sino de la propia esencia de las salas. Baste el detalle de que el dicho popular señalaba eso de "los pijos en Xenón y la gente normal en el Yubana".

Indudablemente, hay que insistir en el hecho de que todo partió de la pista de Luis Sampil, otro inolvidable mierense que con su estupenda sala, tanto al aire libre como en salón bien resguardado, y a los sones de la Orquesta Royal con la inconfundible voz de Cuqui, había marcado una época inolvidable siguiendo los ritmos de entonces y - digamos lo así- "claudicando ante los vientos que venían pisando fuerte y pidiendo paso sin remisión.

Está claro que el nuevo fenómeno de la música y la diversión, fuertemente enlazados exigía cambios y nuevas maneras. La prueba está en el hecho de que las nuevas salas, a saber, discotecas, prescindían de los tradicionales grupos de músicos expertos y acoplados, para introducir otros métodos que bien podemos bautizar como "música enlatada" a través de la sabia mano del disc-jockey o hablando en plata (castellano), el pinchadiscos que, tras la vidriera de una cabina, dirigía el cotarro.

Hubo más apaños que llegaban de otras galaxias. Por ejemplo, de tradicional "agarrado" de parejas bailando, se pasó a lo suelto, prácticamente de golpe, pero sin que eso significase la vuelta a las tradiciones ancestrales del baile tradicional. Ni mucho menos. Hasta se puede decir que en muchos casos la táctica exigía meterse en el barullo y comenzar a mover las caderas con algunos de los ritmos de moda, rock and roll, twist, etcétera y buscarse la vida de la diversión participativa, sin vetos ni formas preconcebidas. De todas maneras algunas salas, en este caso el "Yubana", tenía a bien, de vez en cuando, en incorporar alguna atracción musical de reconocido prestigio y fama como el fue el caso de Ángela Carrasco, en plenitud de sus éxitos o los "milagros" de Antony Blake.

Si el Yubana inició su andadura en 1982 y agotó su peso específico a los largo de la década de los noventa, se puede afirmar categóricamente que su ciclo fue muy denso y destacado en el firmamento mierense, por no decir astur, Allí se concentraba buena parte de la embajada asturiana de los fines de semana. Y a su lado, por detrás y por delante, también Krake, Xenón, Gardens, Faust, y hasta "No se lo digas a mamá", dando paso, también a los Babys 1 y Babys 2, que asimismo jugaron su papel al igual que otros establecimientos del ramo como fue el caso de "Piano Bar", donde se montaban auténticos conciertos de solistas.

Y en esto, llegó la calle semipeatonal Covadonga y su entorno, con La Cúpula en cabeza, y la movida anterior se fue diluyendo paulatinamente dejando paso a un movimiento casi similar pero ya acercándose al juego que poco después impuso el declive de Mieres, concejo y comarca que sintieron en sus carnes el fuego implacable de los cierres industriales, siderometalúrgicos y mineros, hasta desembocar en una actualidad, la de hoy, cuando la famosa "movida" mierense pegaba media vuelta siguiendo los acontecimientos señalados y los pocos jóvenes nativos que nos quedan hoy, muchos de ellos, se van los fines de semana en busca de los puntos estratégicos de la diversión actual. De todas formas el eco de aquella época está ahí y ahora los rememoran los antiguos empleados y colaboradores del "Yubana" con esta comida de hermandad. Que haya aprovechado.

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