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Francisco Palacios

Pasado imperfecto

Francisco Palacios

La herencia de un sueño mítico

La vida de Martin Luther King, su asesinato y su legado

Hace medio siglo que fue asesinado en Memphis Martin Luther King, pastor baptista, doctor en Filosofía y, sobre todo, defensor carismático de los derechos civiles de la minoría negra. Profundamente religioso, Luther King había crecido en una iglesia en la que su padre era predicador. Desde niño vivió de cerca la segregación racial en Atlanta (Georgia), su ciudad natal, donde se dividía a negros y blancos en los lugares públicos. Un racismo heredero del sistema esclavista norteamericano.

En diciembre de 1955 se produjo un valeroso acto reivindicativo protagonizado por la costurera Rosa Park, que fue encarcelada por negarse a ceder el asiento del autobús a un blanco en Montgomery, donde Luther King ejercía como pastor en una pequeña iglesia. A partir de aquel suceso se convirtió en un destacado activista en defensa de la población negra. Eran tiempos en los que la discriminación y la segregación racial eran aún legales en el sur de Estados Unidos.

El 28 de diciembre de 1963, Luther King pronunció el que se considera su discurso más trascendental: "Yo tengo un sueño". Desde la escalinata del monumento dedicado a Lincoln se dirigió a unas 250.000 personas que habían asistido a la llamada marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad. En su alocución subrayó que "el negro vivía en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material".

Desde entonces, la fama, la influencia, y las peripecias vitales de Luther King se sucederán a un ritmo vertiginoso. Así, en 1964 es galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Y el mismo año, con su participación, siendo presidente el demócrata Lyndon B. Johnson, se firmó la Ley de Derechos Civiles que reconocía el derecho a voto de los negros y prohibía la segregación racial en las escuelas, el empleo, la compra y alquiler de viviendas, entre otros derechos.

Fue una ley con una enorme repercusión en todo el país: a finales de la década de los sesenta, miles de negros habían sido elegidos alcaldes, sheriffs o senadores en diferentes Estados. A pesar de todo, la estrategia de lucha no violenta de King encontró graves obstáculos en diferentes sectores Para muchos políticos, antes sus aliados, era considerado como un subversivo: no les pasaban desapercibidas sus acerbas críticas al sistema capitalista norteamericano, así como a las atrocidades de la guerra de Vietnam. El propio Edgar Hoover, director del FBI, llegó a calificarle como "el negro más peligroso de América". Y algunos activistas más radicales, como Malcolm X (asesinado también en 1965), consideraban que su estrategia pacifista no contribuía a la redención del pueblo negro.

Al final de su vida, Luther King comenzó a mostrarse defraudado, cansado, escéptico, como si se viera forzado a nadar contra corriente en un mar tempestuoso. Se lamentaba de que su sueño se hubiera convertido en una pesadilla.

Pero seguía luchando. El 3 de abril de 1968 llegó a Memphis (Tenessee) para apoyar una huelga de basureros negros que reclamaban mejores salarios y un trato laboral no discriminatorio. Esa noche pronunció su último discurso. Ante unas 15.000 personas vaticinó que América se iría al infierno si no empleaba sus vastos recursos para acabar con la pobreza de sus hijos.

Al día siguiente, Luther King era asesinado por un segregacionista blanco en el motel Lorraine de Memphis. Sólo tenía 39 años. Su padre sentenció que fue "el odio en esta tierra el que había matado a su hijo". Más allá del odio, el propio King había expresado que los poderosos nunca ceden sus privilegios sin una fuerte resistencia. Y aún parece utópico su sueño de que un día sus hijos vivirían en una nación en la que no serían juzgados por el color de su piel, sino por la naturaleza de su carácter.

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