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Obituario

Amalia, la cocina de altura

La figura de la cocinera y propietaria del parador de Tarna, recientemente fallecida

Toda su existencia vivió entre el esfuerzo, la familia y la cocina rural, esa realidad entre fogones marcada por la calidad de la materia prima y su sapiencia. Desde su centro de operaciones en el parador del puerto de Tarna, está mujer de carácter y vocablos animosos hacia su clientela, conformó un estilo de vida y una manera de ofertar viandas de altura y nobleza tradicional. Con más de cuarenta años enganchada a su reducto, comida y hospedería, Amalia García Díaz se hizo popular con sus potajes invernales y sus propuestas estivales. Y en ese discurrir profesional siempre estaba como guardián imposible su esposo Ramón Martínez Ordiz, hacendoso y cuidador de que la intendencia estuviera controlada y decidida junto a sus dos hijas -Rosa y Marta- de apoyo temporal.

El parador de Tarna marcó una época de enormes posibilidades para esos entornos bellos y silentes con la puesta en marcha en paralelo de una ajustada estación de esquí y pistas para el desarrollo de esta disciplina deportiva. Con toda la ilusión y entusiasmo del Grupo de Montaña "Virgen del Otero" de Pola de Laviana que duró unos años, se truncó por falta de apoyo económico y pocas perspectivas políticas. Y en ese empeño deportivo se mantuvo el parador ofertando alojamiento, platos del día y a la carta a precios económicos. La fabada elaborada por Amalia con el compango casero y las carnes de vacuno y los derivados del cerdo, son sabores que se mantienen en el imaginario popular de muchos visitantes que se acercaban por estos pagos del puerto de Tarna, incluyendo a presidentes de la Diputación de León y políticos asturianos. Los sabores de altura y nunca mejor dicho, son historia presente y el sentido homenaje a una cocinera que lo dio todo en su santuario cocinero y con sus trabajos coquinarios hizo felices a muchos turistas accidentales y gentes de paso que gustaban de disfrutar de esas elaboraciones.

Y entre cocina, parlamento y consideraciones, Amalia buscaba su tiempo de ocio en la caza y la pesca. Era una buena amante del Nalón y sus tributarios con una destreza idónea para la caña. Así el programa de TVE "Jara y Sedal" le dedicó un programa que alcanzó un gran éxito de audiencia. Y en el aspecto cinegético más de lo mismo. Le gustaba el rececho y según los guardas de Redes tenía una puntería endiablada cobrando piezas de trofeo.

Así era Amalia. Mujer afable, campechana, deportista, con el genio por montera, trabajadora y que concitaba la voluntad de todos, próximos y foráneos. El último vuelo hacia el paraíso bíblico lo hizo esta semana tras décadas forjando comidas y animando al personal con sus chanzas y esas palabras fuertes que formaban parte indisoluble de su personalidad. Con la ausencia de Amalia se va una parte esencial de la tradición culinaria doméstica y una persona que supo ganar a esos visitantes del Puerto con afecto y gallardía. El parador tarnín tiene en esta mujer su referencia, siempre sujeta a la tranquilidad y el sosiego de su marido Ramón. La vida es breve y Amalia supo vivirla con entereza, intensidad, pasión, aromas infinitos y amor por los suyos.

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