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Los hermanos Purcell

La soprano Delia Agúndez profundiza en la música vocal del Barroco inglés

Los hermanos Purcell

Comentaba la pasada semana el extraordinario auge creativo de los intérpretes españoles a propósito de un trabajo discográfico del Trío Arbós. Esta semana otra novedad a cargo de la soprano Delia Agúndez revalida la eclosión discográfica de las nuevas generaciones de músicos capaces de afrontar proyectos ambiciosos, desde el punto de vista artístico, sin complejos y con resultados francamente más que interesantes.

La soprano extremeña se está ubicando con fuerza en el ámbito barroco y no extraña porque su progresión viene siendo muy cuidada y buen testigo de ello es este disco en el que bajo el título de The Purcells se adentra en la música vocal de los hermanos Henry y Daniel Purcell, un repertorio prácticamente desconocido en nuestro país y que ella muestra ahora en todo su esplendor y belleza.

El tránsito entre los siglos XVII y XVIII fue un periodo especialmente fértil en la historia de la música europea. En Inglaterra la personalidad de Henry Purcell se alza como el gran faro porque fue capaz de fijar nuevas reglas y mejor uso del inglés en sus obras de carácter lírico. Estamos no sólo ante uno de los compositores más importantes del barroco inglés sino también de la Europa de su tiempo. Aunque Daniel no tuvo la brillantez de Henry ha dejado asimismo obras de interés, más vinculadas al ámbito sacro en su mayoría.

En el disco, se recoge otra línea de trabajo de Daniel Purcell, apenas conocida entre nosotros, y son algunas de sus hermosas cantatas, por ejemplo "Septimius and Acme" o "Apollo and Daphne". Agúndez las canta con gran solvencia interpretativa y acertados acentos dramáticos. Su hermoso timbre se pone al servicio de una música radiante, de gran riqueza expresiva y que trasluce su opulencia en la variedad de registros con la que es abordada por la soprano. Las diferentes obras están pensadas para voz sola y continuo y acompañan a la cantante Manuel Minguillón (archilaúd y guitarra barroca), Laura Puerto (clave y órgano) y Ruth Verona (violonchelo). Todos ellos con prestaciones de primer nivel, llenas de aciertos.

En la música de Henry es donde mejor se aprecia el fulgor de un repertorio que debiera tener mayor presencia en los escenarios y que, sin embargo, permanece ausente en su mayor parte. Obras como "O Solitude" o "She loves and she confesses too" tienen innegable fuerza dramática. El disco es por tanto un recorrido luminoso por un tiempo lejano que, paulatinamente, ha ido conquistando al público más joven en una recuperación continua de escuelas y compositores. Es un periodo que merece seguir en primer plano por lo mucho y bueno que nos puede dar en la revisión de las obras y autores más conocidos, pero también en otros considerados, de manera bastante absurda, menores. Agúndez se suma a este afán y lo hace con talento, entusiasmo y genio interpretativo.

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