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De las momias egipcias a los neandertales

La autobiografía de Svante Pääbo, el científico que secuenció el genoma de la especie de El Sidrón

De las momias egipcias a los neandertales

La de Svante Pääbo (Estocolmo, 1955) es una trayectoria científica marcada desde sus inicios por el desafío continuo y una absoluta libertad personal a la hora de elegir el terreno de juego. Su nombre está ya en la historia de la ciencia como director del equipo que en 2010 descifró el genoma del neandertal, el primero que se secuenció de una especie humana extinta. Su trabajo ha revolucionado el mundo de la paleoantropología y ha contribuido, en ese nuevo frente de estudio que es la paleogenética, a universalizar el yacimiento de El Sidrón, de donde salieron algunos de los fósiles que aportaron la base material de la investigación del genoma neandertal.

Pääbo cuenta su vida y su empeño en el El hombre neandertal, con un subtítulo digno de un Indiana Jones de laboratorio: En busca de genomas perdidos. Su prometedor futuro como biólogo molecular comenzó torcerse a medida que se acrecentaba su interés por el ADN antiguo, un elemento huidizo y muy difícil de recuperar sobre el que ahora se sustenta un amplio campo de ciencia de que el propio Pääbo contribuyó a configurar. Ese interés le llevó primero a las momias -que le fascinaban desde un temprano viaje a Egipto; de hecho su primera elección profesional fue entre la egiptología y la medicina, en favor de esta última- de cuyos restos se surtió en el Museo Bode de un Berlín que todavía era capital de la antigua Alemania Oriental. Como investigador comenzó a convertirse en una rareza y a desarrollar alguna de la técnicas básicas de una disciplina que a mediados de los ochenta del siglo pasado era una novedad casi sospechosa. Fue lo innovador de su trabajo lo que propició que se viera al frente de un proyecto científico desde su construcción material hasta llenarlo de contenido. En esa tarea Päábo se reveló como un buen aglutinador de investigadores, que desarrollan una fructífera colaboración interdisciplinar en lo que hoy es el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig.

Su objetivo siempre fue "esclarecer la historia humana", algo que "parecía casi imposible, porque en la mayoría de los casos el DNA de los humanos antiguos no se podía distinguir del de las personas vivas". Con el proyecto de genoma neandertal ya en marcha, encontrar DNA no contaminado y en cantidad se convirtió en asunto prioritario. Esa fue la razón de su viaje a Asturias en 2007. En El Sidrón siguió sobre el terreno los trabajos del equipo que dirigía el siempre recordado Javier Fortea y su método de extracción de fósiles en condiciones de limpieza extrema. Pese a ello, sólo entre en 0'1 y 0'4% del DNA obtenido a partir de esos huesos del yacimiento piloñés era de neandertal. Esa carrera concluyó con la secuenciación de 3.000 millones de nucleótidos, las bases del ADN que codifican nuestra naturaleza. De los neandertales nos separan unos 100.000 de esos nucleótidos que, según Pääbo, se convertirán "en el futuro en uno de los objetivos más importantes en antropología para identificar aquellos cambios genéticos que sean relevantes para la forma de pensar o de comportarse de los humanos modernos".

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