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Un bis de ópera

El Coro de la Ópera de Oviedo vuelve a lo más alto con Nabucco

No me atreví el pasado sábado en la crítica en este diario sobre el estreno de Nabucco a enfatizar el bis del "Va, pensiero" que el entonces Coro de la Asociación Asturiana de Amigos de la ópera realizó en 1994 bajo la dirección de la maestra Elena Herrera. Pero, visto lo visto en la primera función, un bis del popular pasaje se antojaba casi certidumbre por la excelencia interpretativa de la que hizo gala la agrupación coral actual, el Coro de la Ópera de Oviedo.

Al final así fue el pasado sábado y, de este modo, Nabucco ha cerrado simbólicamente un círculo de excelencia y de aceptación cívica multitudinaria en el ovetense teatro Campoamor. Aún quedan pendientes dos funciones, la del segundo reparto mañana y el sábado la última, con retransmisión en directo a diferentes localidades asturianas. Por lo tanto existen opciones para disfrutar de un título hermoso y que, además, ha tenido notable resultado artístico.

Los bises no son muy frecuentes en el mundo de la lírica. En el Campoamor, aparte del ofrecido en el año 94 por parte del coro operístico, sólo en el festival de Zarzuela el tenor José Bros ofreció otro reclamado con ahínco por el público asistente, en los últimos años.

Hay que ir muy atrás para recordar algún que otro ya legendario en la memoria de los aficionados más veteranos. Para que se den, a indicación del maestro musical, se ha de aunar una interpretación excepcional con un plus de emoción en la sala. O lo que es lo mismo: circunstancias extraordinarias que deben confluir para conseguir ese momento específico y único. En la primera función ovetense es muy raro que esto se logre, entre otras cosas, porque aplaudir mucho, está considerado por una parte de los asistentes como de "mal tono", de público poco avezado en asuntos operísticos. Esta presunción que roza la estulticia es de una falsedad mayúscula porque en los mejores teatros, donde los públicos son muy exigentes, también podemos ver que esos mismos espectadores son los más generosos con los artistas en sus expresiones de afecto y entusiasmo. Pero aquí aún perviven rescoldos pueblerinos de quienes creen que, en cualquier circunstancia, todo tiempo pasado fue mejor. Por lo tanto, las situaciones de mayor enjundia artística acaban sucediendo en otras funciones en las que los asistentes reaccionan ante la calidad con mayor espontaneidad, sin prejuicios.

El bis del coro de la ópera tiene como destinatarios a los integrantes del Coro, un grupo entusiasta, que por una escasísima retribución económica, casi simbólica, se vuelcan año a año con la temporada, con exigencias prácticamente profesionales, tanto en las prestaciones musicales como en las escénicas y, por supuesto, en su director Patxi Aizpiri, al frente de un equipo que ha conseguido ambiciosas metas artísticas. Todo un prodigio que no es fruto del azar, sino de un trabajo continuo, técnicamente muy perfeccionista y que revalida su figura como uno de los activos más importantes con los que cuenta la entidad lírica.

Aizpiri ha conseguido dar al coro operístico una estabilidad en los resultados que permite sortear las mayores dificultades y afrontar metas que exigen del mayor rigor. Bienvenido este reconocimiento popular y ahora toca seguir insistiendo para mantener el nivel en los mayores estándares de calidad posibles.

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