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La existencia ha suprimido la esencia

El filósofo Giuseppe Capograssi analiza al individuo contemporáneo

La existencia ha suprimido la esencia

"Esta obra de Giuseppe Capograssi que ahora ve la luz por primera vez en España es un feliz acontecimiento por al menos dos razones. La primera, porque El individuo sin individualidad (Incertezze sull'individuo en el original italiano) es un escrito cuya temática es de total pertinencia para la situación actual en la que nos encontramos; la segunda, porque con ella se inaugura la publicación de sus escritos en España", aclara la nota editorial. El excepcional estudio preliminar de Ana Llano Torres nos presenta a este filósofo y jurista italiano no demasiado conocido en nuestro país. Capograssi (1889-1956) se licencia en derecho y es nombrado, en 1955, juez del Tribunal Constitucional de la República de Italia, a su vez realiza diversos estudios filosóficos y trabaja como catedrático en diversas universidades.

De la individualidad al individualismo exacerbado, podría ser el lema de nuestro tiempo. Y aún más allá, de la carencia absoluta de individualidad al concepto de ser humano como masa informe que se deja arrastrar por cualquier tipo de régimen u orden que sirva para ordenar y dar sentido a un vacío que ningún ser humano es capaz de soportar si su atención termina por fijarse de un modo automático hacia a un exterior artificial y propagandístico y no hacia un interior que exige un examen profundo de conciencia. Son muchos los conceptos que encontramos en esta obra, conceptos que parecen hilvanarse a través de un tejido histórico que explica de un modo lúcido y sencillo el origen de este momento actual en el que reconocemos la carencia, la escasez de referencias morales o de conciencia que el ser humano convertido en masa manifiesta en su condición de objeto propagandístico y sujeto u objeto de producción, trabajo y sacrificio. Una individualidad perdida pero también abandonada a su suerte por la consecución del bienestar inmediato, el placer o el camino del mal que se elige - al igual que la participación en cualquier régimen o totalitarismo- para alcanzar un fin, meta o algo que nos haga huir "del horror del vacío". Conceptos, muchos de ellos, que encontramos en la Psicología de masas del fascismo de Wilhelm Reich, distinta cara de una misma moneda. Una estructura perfectamente organizada que obedece a un sentido: "Las mismas formas de la organización social actual, en todos los sentidos, imponen al individuo disciplinas encaminadas a reprimir o rechazar precisamente la individualidad de cada individuo, esa por la que cada individuo se distingue de los otros". Pérdida del sentido histórico, falta de conciencia y sentido de la voluntad: "El individuo sin individualidad tiende a ser un individuo sin padres". Un ser al que no ya no "le importa dejar o no su sello en las cosas, dejar su impronta en su mundo" a quien ni la muerte logra imponer significado alguno, alguien que "ya no se interesa por sí mismo y que no interesa más que por sí mismo". En una frase: "La existencia ha suprimido la esencia". Un individuo sin individualidad pero que "es capaz de todas las obediencias y de todas las disciplinas, si lo doma un yugo de hierro; y capaz de todo, del desenfreno más peligroso, de sobrepasar todos los límites, de no respetar límite alguno, de cometer todas las crueldades y vivir todos los excesos. Básicamente, este individuo es el sujeto paciente y pasivo de todos los regímenes autoritarios de nuestra época, que no existirían sin él; y a la vez es el sujeto terrible, el terrible responsable de todas las empresas de exterminio y crueldad que sacuden la historia contemporánea, empresas que sin él no habrían sido posibles". A modo de conclusión, tal vez esperanza para quienes alcancen un mayor optimismo el autor nos ofrece algunas claves: "Haría falta que todo el que sienta el peligro pensase en reeducarse a sí mismo, su conciencia moral, el sentido de la ley moral, el sentido del deber para con la vida y el sentido de la extrema seriedad de la vida, según el significado más sencillo y elemental de la palabra. Que comenzase a pensar seriamente en sí mismo, a redescubrir su corazón, a poner en práctica la gran exhortación del libro antiquísimo: 'omni custodia serva cor tuum, quia ex ipso vita procedit". Cuanto más aumente el número de individuos (¡también aquí es una cuestión de número!) que lleguen a redescubrir y custodiar su corazón y sus razones profundas, más crecerán las posibilidades de salvación. Y más servirá todo el trabajo actual por la sociedad para preparar el futuro, es decir, para llevar a una mayor humanidad; y más se verán justificados y compensados todos los dolores y la sangre que cuesta la historia contemporánea". Cuestión de humanidad, por tanto.

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