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"Hay que acabar con el sueño de la extinción del Estado para avanzar hacia la limitación del poder"

"Las libertades que defienden los liberales no están garantizadas nunca por los poderes coloniales"

El del filósofo italiano Domenico Losurdo (Sannicandro de Bari, 1941) es uno de los nombres que más resuena en el ámbito de la crítica al liberalismo como en el ejercicio de revisión de la tarea de la propia izquierda. Su obra, ampliamente difundida en España, aporta un material precioso para el análisis del tiempo actual.

-¿Es su "Contrahistoria del Liberalismo" algo así como una respuesta al "Libro negro del comunismo?

-Esa comparación sólo capta un aspecto de la realidad. Tras señalar las macroscópicas cláusulas de exclusión que caracterizan el liberalismo, mi libro insta a la izquierda marxista a declararse heredera del punto fuerte de aquella tradición del pensamiento: hay que acabar con el sueño de extinción del Estado, de la desaparición del poder como tal. En su lugar, hay que pensar y practicar la limitación del poder. Ocurre que, históricamente, el Occidente liberal se ha planteado el problema de la limitación del poder sólo dentro de la comunidad blanca mientras que en relación con los pueblos coloniales ha ejercido tradicionalmente un poder absoluto, como demuestra el recurso a la esclavitud e incluso a prácticas genocidas. Todavía en nuestros días, cuando se arrogan el derecho a desencadenar guerras incluso sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, el Occidente liberal y su país guía pretenden ejercer un poder absoluto a nivel internacional. Frente a este poder absoluto está una tradición política que se inspira en Marx, en Engels y en Lenin y que en la teoría y la práctica ha puesto en tela de juicio el dominio colonial y neocolonial. Todo esto no lo reconoce el "Libro negro del comunismo", que se limita a expresar la ideología de la guerra propia del Occidente liberal".

-El liberalismo se identifica habitualmente con individualismo, democracia, respeto a los derechos humanos, pero también en lo económico con propiedad privada y libre mercado.

-En relación con la vulgata marxista, que considera "formales" e irrelevantes las libertades tan queridas de la tradición liberal, mi libro procede de modo diferente: toma en serio las libertades liberales, pero demuestra que no están nunca garantizadas por los poderes coloniales, sino sometidas sistemáticamente a la esclavitud, al trabajo impuesto, al hecho de diezmar e incluso aniquilar ciertas poblaciones. Las guerras coloniales de los últimos años, por ejemplo, la lanzada contra Libia, comienzan con la congelación de los bienes del país objeto de la agresión. Y en este caso los liberales se cuidan muy mucho de agitar la bandera de la defensa de la propiedad.Tras llamar la atención sobre lo que yo denomino las tres grandes discriminaciones - contra las razas "inferiores", contra los trabajadores asalariados y las mujeres- podemos añadir otro elemento crítico: el disfrute de los derechos civiles y políticos es algo limitado si no va acompañado de los derechos sociales: trabajo, salud, educación. Mi Contrahistoria del liberalismo no se limita a criticar el económico, sino que lleva a cabo una crítica completa del liberalismo.

-En su libro, usted pone en efecto de relieve la hipocresía de los padres del liberalismo al limitar los derechos humanos sólo al hombre blanco y justificar la esclavitud, el colonialismo y el exterminio de pueblos.

-Tomemos los textos constitutivos de la fundación de Estados Unidos. A primera vista, la Declaración de Independencia y la Constitución de 1787 parecen inspirados por un "pathos" universalista de libertad: "Todos los hombres son creados iguales", así empieza el primer documento. Es necesario "salvaguardar para nosotros y nuestros descendientes el don de la libertad", así comienza, con no menos solemnidad el segundo. Basta, sin embargo, una lectura algo más atenta para encontrar en el primer artículo de la Constitución una contraposición entre personas "libres" (free persons) y el resto ("other persons"). Las personas no libres son evidentemente los esclavos aunque la palabra "esclavo" no aparezca en el texto y se recurra a eufemismos diversos. No importa, lo cierto es que la Constitución de 1787 celebra la libertad (de los blancos) y al mismo tiempo sanciona la esclavitud. Es el primer ejemplo de Estado racista, que sobrevivió a la abolición de la esclavitud y que impuso la supremacía blanca incluso a mitad del siglo XX. Y si damos un salto de varias décadas, en un libro que ya en su título quiere celebrar la libertad, "On Liberty", de John Stuart Mill, un liberal inglés de izquierdas, explica muy pronto que en el caso de los "bárbaros", es decir las "sociedades atrasadas en las que la misma raza puede considerarse como menor de edad", lo adecuado es "el despotismo", los pueblos coloniales están obligados a "la obediencia absoluta".

-En otro libro traducido también al castellano, "El Lenguaje del Imperio", abunda usted en la idea del doble lenguaje, de la doble vara de medir de los liberales, y denuncia, por ejemplo, cómo los políticos y los medios llaman "terrorismo" sólo al que ejercen los de abajo y no al de los propios Estados.

-En El Lenguaje del Imperio cito un libro que cuenta "los primeros años de la CIA". Su autor, un periodista estadounidense, relata los numerosos intentos de asesinar a Fidel Castro. El autor se centra sobre todo en los detalles técnicos o los aspectos más o menos pintorescos: las substancias tóxicas utilizadas, los cigarros preferidos de la víctima, el "pañuelo tratado con bacterias", el papel atribuido a la "mafia". Pero en las páginas de ese libro se buscará en vano un juicio de condena moral del recurso al terrorismo. No se utiliza esa palabra, es inconveniente cuando se trata de definir los asesinatos perpetrados o al menos intentados por la CIA.Y no se trata sólo de Cuba. Hace poco tiempo, un prestigioso diario italiano- La Stampa- informaba d e una tragedia ocurrida durante la Guerra Fría: "El chino Chu En-Lai tenía que haber saltado por los aires en el avión de Air India que se dirigía a la conferencia de países no alinados de Bandung, Indonesia, pero en el último momento cambió el programa y el avión explotó sin su presencia a bordo", arrastrando a la muerte a personas totalmente inocentes (ni siquiera eran ciudadanos del país enemigo). Con ese mismo distanciamiento, los medios occidentales se refieren al terrorismo contra los científicos sospechosos de colaborar con el programa nuclear iraní y que han sido asesinados por los servicios secretos israelíes.

-¿Por qué cuando se habla del exterminio de los indios de América se acusa sobre todo a españoles cuando en los países hispanos es donde hay pese a todo mestizaje mientras que en EEUU apenas quedan indios y muchos viven en las reservas?

-En la nueva edición de mi libro "El revisionismo histórico" doy dos ejemplos, que tomo de un famoso historiador británico, Niall Ferguson.El primer ejemplo: "En 1651, los indios americanos representaban cerca del 80 por ciento de la población total tanto de América del Norte como del Sur, Brasil incluido. En 1825, todo había cambiado radicalmente. En la América española, los indígenas representaban aún el 59 por ciento del total de población; en Brasil, sólo el 2 por ciento y en Norteamérica menos del 4 por ciento.Y ahora veamos la condición de los negros: "La suerte de los esclavos en la América Latina prerrevolucionaria no era del todo desesperada (?)En América Latina era habitual que los esclavos poseyeran un pequeño terreno (?) En Norteamérica los propietarios de esclavos se sentían con derecho a tratar sus "bienes" como mejor les pareciese, independientemente de que se tratase de seres humanos o de tierras(?) En Virginia una ley de 1669 decía que el amo que matase a su esclavo no cometía ningún crimen". Todo lo cual no impide a Niall Ferguson expresar su admiración por el imperio británico y el estadounidense y su deseo de que este último siga dominando el mundo.

-¿No hay también racismo en el trato que Israel dispensa a los palestinos? ¿No es propio también de una actitud neocolonial?

-Conviene recordar la distinción que hace Lenin entre "anexión política" (el dominio colonial clásico que impide al pueblo sometido constituirse en Estado nacional independiente) y "anexión económica" (control económico neocolonial de un país formalmente independiente). En nuestros días, el colonialismo clásico sólo sobrevive en Palestina: allí los nativos en el plano económico siguen siendo expropiados mientras que en el plano político están sometidos a Israel. Ello pone en tela de juicio la credibilidad del papel de custodios universales de los derechos humanos que se atribuyen Estados Unidos y la Unión Europea. De ahí, su repetida , aunque respetuosa) solicitud a Israel de que haga alguna concesión y pase de la anexión política, es decir de la anexión política a la económica: del colonialismo al neocolonialismo.

-¿En qué está trabajando tras la publicación en España por la editorial El Viejo Topo de su libro "La izquierda ausente: Crisis, sociedad del espectáculo, guerra"?

-Últimamente ha aparecido en Italia una nueva versión ampliada de mi libro "Il revisionismo storico. Problemi e miti". Y puedo anunciar que en los próximos meses entregaré a mis editores un libro titulado "La paz perpetua. Entre las ilusiones del pasado y los peligros del presente". Creo que el propio título da ya idea del contenido".

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