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Música | poesía

El valor social de una orquesta

Reflexión a propósito de los 25 años de la OSPA

A lo largo de esta temporada la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) cumple veinticinco años de su actual formato. Es un momento magnífico para festejar lo mucho y bueno conseguido a lo largo de los años; también para disfrutar con los magníficos profesionales que han hecho posible la continuidad de la formación y dar las gracias a un público fiel que ha sostenido a la orquesta, sumando, pese a crisis y otros periodos de mayor o menor dificultad.

Esta temporada también debe servir, a mi juicio, para visibilizar la importancia de las orquestas sinfónicas en la vertebración de los territorios. En España, desgraciadamente, a pesar de lo avanzado en las últimas décadas, aún hay que seguir haciendo apostolado en el ámbito musical. No se constatan excesivos recelos cuando se trata sobre los museos o sobre las bibliotecas, pero en cuanto de música hablamos, todo parece sobrar.

Las orquestas son elementos esenciales, básicos, como elementos de cohesión social y cultural. Son un derecho ciudadano, no un lujo prescindible. Tienen unos costes fijos elevados porque requieren de una plantilla a la que hay que atender sus salarios, seguridad social e impuestos, como es lógico. De hecho, no es fácil, si el presupuesto está bien hecho, disminuir mucho en las aportaciones que reciben porque llega un momento que sólo se puede recortar reduciendo la plantilla.

Que la ciudadanía, en su conjunto, tenga acceso al patrimonio histórico de la humanidad, en lo que al sinfonismo se refiere, es otro derecho que debiera ser irrenunciable, como el acceso a las grandes obras literarias, artes plásticas y o las más diversas disciplinas artísticas. Una orquesta dota a la sociedad de mayor diversidad y permite afrontar retos ilusionantes de manera colectiva.

En el ámbito educativo y, a la vez en el social, un ejemplo como el Sistema de Orquestas de Venezuela nos ha enseñado que, a la vez, son herramientas benéficas en la ayuda para romper con la discriminación y la injusticia social. Oviedo y Asturias son ejemplo para el resto del país en lo que a la difusión de la música se refiere. El trabajo realizado sigue dando frutos y aquí, entre nosotros, el hecho musical es relevante y significativo. La capacidad para ir más allá de nuestras orquestas se plasma a la perfección en la OSPA. Significativos son sus proyectos educativos, los de dimensión social en los que se implican los músicos en su conjunto y la continua labor de difusión en el conjunto del Principado. Ojalá estos procesos culturales mantengan la estabilidad adecuada para seguir creciendo, haciéndonos una sociedad más rica y participada. Tras estos veinticinco años hemos de sentir un legítimo orgullo ante una formación que a todos nos representa y que hemos de sentir como algo propio por lo que merece la pena luchar en cada momento.

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