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Música

Las normas son para cumplirlas

Grave error de protocolo en el concierto de los premios "Princesa"

El día anterior a la ceremonia de la entrega de los premios "Princesa de Asturias" es tradicional que se celebre un concierto que sirve también como homenaje a los premiados y premiadas de cada edición. Se ha venido realizando, de forma rotatoria, en varias localidades asturianas, y en los últimos años se ha consolidado en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, ante la gran capacidad del equipamiento ovetense, y su excelente acústica, que posibilita la asistencia de dos mil personas a la cita musical.

Este año ha ocurrido un hecho sorprendente, de gran calado, pese a la discreción con la que se trató de disimular. La Reina Letizia entró en la sala cuando ya se llevaba media hora abundante del concierto, algo inaudito en una velada de música sinfónica y un hecho de muy difícil justificación ante las normas que ordenan el acceso a la sala. Parece ser que la Reina decidió acudir previamente a otro acto organizado también por la propia fundación y que se solapaba, en cierta medida, con el concierto.

Ante esta circunstancia alguien debió tener la ocurrencia -bien nefasta- de que la Reina debía estar a la vez en ambos eventos y como aún las monarquías no están dotadas de la gracia de la bilocación, y aprovechando que las autoridades estaban en el palco municipal, se abrió la puerta en pleno concierto y allá aprovechó Su Majestad para colarse como si tal cosa. Desconozco quién es el responsable de semejante metedura de pata: si su asistente, si el servicio de protocolo de la Fundación. Me da igual. Los conciertos tienen normas de estricto cumplimiento (¿Acaso no quedaron fuera personas en este mismo concierto por llegar un poco tarde?). O sea, que si usted llega un "minutín" fuera de hora, para casa, pero si es la reina, adelante y alfombra roja.

Las entradas a destiempo molestan al público y a los artistas. No son un capricho, son una muestra de respeto porque la música exige umbrales de silencio altos para su disfrute y ya quedaron atrás los tiempos en los que la nobleza y la burguesía empleaban los teatros como una especie de extensión de los salones palaciegos. El ejemplo de esta entrada de tapadillo al concierto de la Reina es nefasto, en primer lugar para ella misma. Y me pregunto yo: ¿para qué se la hizo pasar cuando apenas quedaban veinte minutos de obra por ejecutar? ¿Quizá para saludos y fotos? Pues si ésa es la razón se espera a los aplausos y, a continuación, se incorpora a la comitiva y todos tan contentos. Se trató de que el hecho pasase desapercibido, pero no coló. Espero que esto sea algo aislado y que en un auditorio municipal las normas sean las mismas para todos y para todas, sin excepciones fuera de lugar que sólo sirven para generar agravios comparativos.

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