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lecturas

La palabra comprometida

El universo literario de la argentina Gabriela Massuh

La excepcional e impecable trayectoria profesional de Gabriela Massuh tan sólo puede conducir a un universo propio dirigido con mano firme, talento y un conocimiento preciso de la realidad y la palabra; alianza, por tanto, entre compromiso y literatura. Massuh se licencia en letras en la Universidad de Buenos Aires y obtiene su doctorado en Filología en la Universidad de Erlangen-Nürenberg con la tesis Borges, una estética del silencio (Editorial de Belgrano). Ha sido periodista, docente universitaria, traductora y directora del departamento de Cultura del Instituto Goethe de Buenos Aires durante más de dos décadas.

La protagonista de esta novela, Catalina, se encuentra ante un difícil encargo del director del suplemento literario en el que colabora: un artículo sobre la novela argentina actual que indague en las diferentes contiendas y que destaque las principales figuras de ella, buscando cierta provocación y riesgo por parte de quien escribe a la hora de abordar un tema tan delicado. El modo en que la protagonista de esta historia evita, alarga enfrentarse a dicha escritura, y afrontarla, se mezcla con la sensación de pérdida que sufre por la ausencia de su hijo, a través de cuyo recuerdo e historia nos adentramos en el dolor de los pueblos indígenas que son arrancados de sus tierras para ser arrojados a la más absoluta miseria. El hijo representa este compromiso que Catalina desea trasladar también a la palabra escrita ("El capitalismo justifica el incremento de su depredación con la idea de un progreso cada vez más expandido, sin importarle si eso implica llevarse puesto el planeta. Justifica masacres y catástrofes sosteniendo que son daños colaterales inevitables cuando se trata de alcanzar ese objetivo superior que será siempre bueno porque siempre es nuevo. La celebración de la novela actual participa de este fetichismo de la novedad"), algo que coloca siempre en segundo lugar al artículo no escrito, más interesada en transcribir y dar testimonio de lo que les ocurre a estos pueblos condenados a la mansedumbre impuesta, cuya dignidad se arrebata con una violencia que el mismo estado protege y ampara. Desmonte se convierte en una matrioska perfectamente equilibrada a través de la cual nos vamos adentrando más y más profundamente en la historia universal más allá del signo individual del personaje o la anécdota, algo más profundo y más antiguo, también más necesario: "Ella siente que no sólo se meten con sus vidas sino también con sus muertes y busca revivir lo que alguna vez fue, retomar el hilo del cauce del río, absorber por un instante el aroma, la sombra del molle, el lapacho, el churqui o el cebil colorado. Si morir es penetrar en el misterio de los árboles, ¿qué muerte los espera en un mundo cuyos árboles están en ninguna parte?" Una reflexión que toma como excusa la acción y sentimiento de estos personajes y que nos conduce a una lectura más comprometida, una novela cuya semilla germina en todos nosotros y nosotras más tarde, pero que nace ahora, en este mismo instante: "La gran lección que va a recibir Job es que no existe una explicación para justificar la injusticia y el sufrimiento sobre la Tierra. No existe explicación racional cuando se trata de entender desde el razonamiento. Pero existe otra manera de entender que es la del corazón, un corazón que acepta el misterio de la creación y se somete a ese misterio. Es una enorme lección de humildad, está diciendo que no todo es factible de comprensión, de entendimiento o de usufructo".

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