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música

Donizetti reina en los teatros

El compositor italiano vive una época de esplendor en las principales temporadas

El vigor dentro del repertorio de determinados compositores enfada de manera terrible a muchos "entendidos" que no resisten que algunos autores mantengan una primacía que el paso del tiempo no logra vencer. Uno de los reyes indiscutibles es Gaetano de Donizetti que, de manera paulatina, consigue que buena parte de su catálogo esté en las principales temporadas de ópera y, además, los cantantes están felices de sumergirse en el universo del compositor de Bérgamo. Y esto es algo que algunos "prescriptores" de la supuesta excelencia no llevan con la mesura requerida.

Dos alicientes más se han sumado a este crecimiento actual: los directores musicales han comenzado a dar otro valor a su música, a redescubrir calidades que habían quedado esquinadas, como si hubiésemos estado ante unas partituras, en buena parte, menores. Y los directores de escena han encontrado, tanto en sus creaciones dramáticas como en las cómicas, un filón que permite actualizar, cambiar de época, o mantener acercamientos tradicionales y todos ellos con interés porque la veta dramatúrgica es imponente en cuanto a sus posibilidades escénicas.

Tras el Roberto Devereux que abrió temporada en el Real de Madrid y antes del Donizetti que nos espera en el Campoamor, la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO) programó otro "Roberto" con grandes nombres en el elenco, siguiendo la tradición de la casa de llevar a Bilbao los mejores cantantes de cada época. A la batuta destacó, y mucho, un director muy conocido entre nosotros, Josep Caballé-Domenech, ahora director estable en la ópera de Halle (Alemania), y que dio altura de miras a su versión de la obra, cuidada y precisa en cada detalle. Contó con un reparto en el que dos nombres brillaron de manera absoluta, Anna Pirozzi como Elisabetta y Gregory Kunde como Roberto Devereux. Ambos son voces de primer nivel y eso se deja ver en interpretaciones carnosas, llenas de energía y solvencia vocal y escénica. Bueno fue también el rendimiento de Silvia Tro como Sara Duquesa de Nottingham y más discreto el de Alessandro Luongo como el Duque. Con el drama contextualizado en una producción tradicional, y a la que le faltó mayor trabajo dramático, firmada por Mario Pontiggia, se consiguió un éxito notable porque la fuerza que tiene la obra sale con ímpetu a poco que los mimbres sean los adecuados. El éxito obtenido en estas funciones en el Euskalduna traza una senda que comienza a delimitarse con la incorporación de nuevas generaciones de intérpretes, que conviven con otros más veteranos, en la defensa de un repertorio que tiene mucho recorrido por delante.

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