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Tinta fresca

El gran declive

El largo (y patético) adiós al cine de géneros europeo

El gran declive

El título chandleriano promete: El largo (y patético) adiós. El subtítulo crepuscular, también: "Declive del cine de géneros europeos (1975-1990)". La editorial asturiana "Rema y vive" convoca a varias firmas de distintas generaciones y oficios unidas por su amor al cine y su lucidez expositiva para hurgar en la herida con miradas distintas: un filósofo, un crítico, una doctora en pedagogía, dos cineastas, una bióloga, un historiador, una pedagoga... Y un objetivo común: organizar "el caos desbordante".

Primera escena: ¿por qué es necesario este libro? José Ignacio Fernández de Castro busca las razones por las que hay que lamentar "el ocaso del cine menor, deficiente en su voluntad de cartón piedra, francamente malo tantas veces". O sea, una "producción audiovisual frecuentemente asentada sobre la picaresca y la tropelía en busca de la taquilla sin hacerle ascos al engaño respetable". Respuesta: "El ocaso de este cine de segunda (o tercera) significa (como agente y como síntoma) un cambio brutal en las formas de hacer y ver cine, en los imaginarios a los que sirve, en los modos de producir y distribuir baja (y alta) cultura y, en suma, en las maneras de entender y actuar en el mundo".

Y es que no olvidemos que "el cine de género europeo desarrollado en los tres lustros que van de 1960 a mediados de los años 70 logró competir con ventaja frente a la industria norteamericana, naturalizarse a partir de la idiosincrasia propia de los distintos países (dando lugar a géneros tan peculiares e inconfundibles como el giallo en Italia, el polar en Francia, el cine quinqui en España o el terror gótico en el Reino Unido, por citar algunos) e influir incluso, desde ellos, en la poderosa industria hollywoodiense". En definitiva, se logró levantar sistemas cinematográficos nacionales con poder para producir y exportar, al tiempo que se fraguaba un extenso equipo de profesionales que servían para atender las necesidades de entretenimiento "con producciones bien asentadas sobre las bases de la sociedad a la que se dirigían".

Jesús Parrado sitúa a mediados de los años 70 el canto de cisne de tres géneros fundamentales con otras tantas películas: las aventuras de El zorro, los piratas de El juramento del Corsario Negro y el eurowestern de Kroma. Nada que ver con lo vivido en1958 y 1959, cuando la italiana Hércules, la británica Drácula del gran Terence Fisher y la alemana La banda de la rana, inspirada en los "thrillers" de Edgar Wallace, se convirtieron en éxitos internacionales. Así, "los exhaustos géneros cinematográficos de la industria norteamericana van viendo cómo se restaura su carácter al otro lado del Atlántico en base a la idiosincrasia, legados y cultura popular propios de estas tierras".

En 1972 la influencia de la televisión empezaba a notarse en la asistencia a las salas. Además, destacados productores hicieron las Américas y lentamente se fue consolidando el vídeo como poderosa alternativa doméstica. Imitando o copiando descaradamente al cine norteamericano, la producción europea empezó a desaparecer de los cines a partir de 1985.

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