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Arte

Paco Fernández, las hermosas resonancias del paisaje ausente

Con sus pinturas acrílicas sobre poliéster el artista consigue efectos de superficie de deslizante y táctil plasticidad

Obras de Paco Fernández en la galería Guillermina Caicoya.

Siempre que se habla de la pintura de Paco Fernández hay que hablar necesariamente de la luz y del color. En su obra, como sucede en la de Klein, Rotkho o Newmann por poner los ejemplos más conocidos e ilustres, el color y con él la celebración de la luz prevalecen y se imponen en su indisoluble unión. Como ese es el eje alrededor del cual se desarrolla su pintura y lo que le presta su admirable coherencia, se entiende bien que el artista asegure no pertenecer a ningún tipo de género y abrirse a todos: "a todos los lugares, a todos los paisajes y a cualquier tendencia, persiguiendo únicamente la representación de una idea... o un ideal". Y bien lógico resulta también que Paco Fernández ponga especial empeño en investigar y experimentar las relaciones que luz y color establecen con las distintas superficies en las que se materializa su obra, sea papel, lienzo, madera, ensamblaje de maderas, pinturas también pintadas por el revés, para que la luz se refleje en la pared como en aureola... o, y es por eso que he dedicado a esta particularidad especial atención, sea acrílico sobre poliéster, que es la técnica que utiliza en la presente exposición, consiguiendo con ella efectos de bellísima y como deslizante plasticidad, visualmente táctil si se me permite la expresión, en superficies pictóricas sugestivamente luminosas en su expandida espacialidad.

Son pinturas que, para entendernos y porque el procedimiento resulta especialmente atractivo en su rica y polémica tradición en el arte moderno, podemos considerar monocromáticas, y yo las veo como paisajes, como lo son la mayoría de las obras de Paco Fernández. Entre las muchas cuestiones que sobre las monocromías se han planteado, una de las más interesantes es su división entre místico-espaciales (cercanas a la abstracción lírica) y las concreto-geométrica (al arte constructivo), y yo no me resisto a recordar a propósito de esto lo que Barnett Newmann dijo de Mondrian: "La geometría se tragó su metafísica". Las monocromías de Paco Fernández no parecen aspirar a la sublimidad o la ensoñación metafísica ni construirse geométricamente, y menos aún se quedan en esa literalidad del color y neutralidad reductora que cuando alguien atribuya a la monocromía tanto irritaba a Robert Rymann. Sus pinturas pertenecen a un rico universo pictórico expresado en delicados matices, leves texturas y armonías tonales que no niegan el paisaje, son una poética destilación del paisaje.

Es verdad que estas pinturas no contienen imágenes representativas de la naturaleza, ni tan siquiera alusiones de sentido alegórico. Son únicamente color y textura, máximos valores de la creación pictórica, que extendidos por el espacio no representan la realidad sino que sugieren la realidad en nuestro espíritu, elementos que por su intenso e inefable poder denotativo se convierten en vehículo de emociones como resonancias del paisaje ausente. Sentimos que hay en la pintura algo que va más allá de lo que directamente percibimos y que, siendo expresión de la subjetividad y la sensibilidad del artista, instintivamente reconocemos y por eso pinturas como estas no responden a la idea de la pura abstracción y a uno le gusta llamarlas paisajes.

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