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"Anoche un libro me salvó la vida"

La agenda literaria que propone una obra maestra para cada semana del año

"Anoche un libro me salvó la vida"

Por supuesto que una agenda tiene que servir para anotar. Obligaciones, devociones o anhelos. Y si es literaria, conviene que incluya citas, anécdotas, hoteles, bebidas, morbo, curiosidades, imágenes. Anoche un libro me salvó la vida, la agenda literaria ideada por Errata Naturae, cumple todos esos requisitos, por supuesto. Pero además es una magnífica guía de lectura para cabalgar las alegrías y adversidades de 2016 a lomos de 52 de las mejores obras jamás escritas.

Anoche un libro me salvó la vida consagra cada semana a un autor. Para que se hagan una idea, la agenda comienza con Montaigne, el francés que en la segunda mitad del siglo XVI concibió esos inmortales Ensayos, que, en contra de lo que el título pueda sugerir a algunos, son una de las más amenas reflexiones de amplio espectro sobre el animal humano. El núcleo duro de la propuesta se expone en una doble página. A la izquierda, un retrato del galo que, como todos los de la agenda, sale de la pluma de David Sánchez, el responsable de las peculiares ilustraciones que ya constituyen la imagen de marca de la editorial. En la página de la derecha, el título de la pieza escogida, seguido de tres apartados. Veamos.

En primer lugar, el lector encontrará una breve síntesis de las virtudes de los Ensayos: "Montaigne se ensaya en realidad a sí mismo, pone a prueba sus ideas, sus prejuicios y sus deseos, todo lo cual desemboca, como por arte de magia, en la más vertiginosa exploración moderna de la condición humana".

Acto seguido, hay que explicar por qué la obra seleccionada puede resultar salvífica. Para no ser monotemáticos, dejemos al gran Montaigne y saltemos a la tercera semana de junio. Allí nos aguardan Jack London y La llamada de lo salvaje, también conocida como La llamada de la selva. ¿Por qué podría salvarnos la vida ese libro? "Porque recordar que una vez tuviste instinto y una forma salvaje y animal de entender la existencia puede convertirse en mucho más que un consuelo", nos explica la agenda.

Un tercer bloque recoge, en fin, algún hecho acaecido al autor en esa misma semana que patronea. Si, por ejemplo, saltamos a la primera de mayo, nos recibirán Virginia Woolf y La señora Dalloway, que nos salvará la vida porque nos hará entender que pasado y presente son una y la misma cosa. Pues bien, la primera semana de mayo de 1935, Virginia y su marido, el judío Leonard Woolf, viajaban en automóvil por Alemania y pese a sus intentos por evitar concentraciones de nazis acabaron perdidos en las calles de un Bonn donde miles de personas se agolpaban para vitorear a Goëring. Algo poco aconsejable para un hombre de acusada nariz aguileña y una mujer cuyo ya de por sí difícil rostro se desencajaba por momentos. Sobre todo, teniendo en cuenta que compartían coche con una agitada mascota, su mono. Al final, fue el animal quien les salvó, pues su extravagante presencia fue considerada signo de distinción por las masas, que les abrieron paso entre un mar de saludos nazis a los que los Woolf respondieron, cuestión de salvar el pellejo, con el mismo gesto.

Como remate de las propuestas, cada semana contiene una cita del autor escogido. Así, la primera de junio es la de Epicuro y su célebre Carta a Meneceo, en la que se desgrana la carencia de fundamento de cualquier miedo a la muerte. Para quienes no sepan que Epicuro temía más a los vivos que a los difuntos, ahí va la cita, breve y prístina: "Vive oculto".

En las páginas de Anoche un libro me salvó la vida nos encontraremos, no lo duden, con Kafka, Joyce y Nabokov, con Ginsberg, Sylvia Plath y García Lorca, con Carver y Carson McCullers, pero también con Confucio, Séneca, Marco Aurelio y Thoreau, con Mark Twain y Dashiell Hammett, con Kawabata y Mishima. No revelaremos más nombres, porque descubrirlos forma parte del juego. Y para que nada falte, los amantes de las curiosidades dispondrán de un listado de bares, hoteles y cementerios donde rendir culto a unos héroes, los grandes narradores, de quienes también podrán conocer las adicciones -¿sabían que Dickens era opiómano?- e incluso los delitos por los que en alguna ocasión fueron condenados. A nadie extrañará que la desobediencia, en sus múltiples formas, haya sido el que más se repita.

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