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MÚSICA

Bowie y las fronteras

El ámbito de la creación carece de compuertas divisorias, como muestra el artista recién fallecido

El pasado 10 de febrero fallecía en Nueva York David Bowie, uno de los grandes iconos de la música internacional, una de las estrellas más rutilantes de nuestro tiempo y de difícil ubicación por sus diversas facetas como compositor, intérprete y productor, además de actor. Habitualmente se tiende a encasillar y separar la creación musical, según los diferentes estilos, como si se tratase de compartimentos estanco, cerrados y sin comunicación entre ellos. Esto es una falacia. Los creadores admiten mal las compuertas. La libertad es el ingrediente básico del artista.

A veces se "estabula" a la música clásica como un coto cerrado y la realidad es muy otra. Es como si en otras disciplinas, de alguna manera, Velázquez no siguiera ejerciendo su luz en la pintura de hoy; como si Shakespeare, Cervantes, o la tragedia griega, fueran hitos sin vigencia e influencia entre nosotros. Se piensa que la "clásica" es un hecho artístico lejano en el tiempo y no algo orgánico que vive, y mucho, más allá del Romanticismo. La creación musical contemporánea es fascinante y buena parte de la música de cine bebe en un sinfonismo que sigue aportando obras de entidad. Al mismo tiempo el mundo del pop -y también el del rock, no digamos el jazz o el folk- tienen continuas influencias entre sí además de tomas de contacto entre los diferentes cauces creativos. Hay ejemplos continuos y muy jugosos. Eso sí, conviene dejar de lado el pop más estandarizado e industrial, fruto de una maquinaria superficial que va al éxito fácil y barato. Aquí estamos ante música de consumo, de éxitos de usar y tirar que duran un par de meses -casi siempre estivales- para desaparecer de forma tan repentina como llegaron.

David Bowie entra de lleno en la esfera de los grandes creadores contemporáneos, aquellos que arriesgan y miran hacia adelante con enorme capacidad de anticipación. Lógicamente su éxito le llevó a ser un autor que generó enormes ingresos con los cuales pudo cuidar cada producto suyo al detalle. En sus sucesivas propuestas artísticas hay ingenio, un discurso narrativo claro, en el que la imagen tiene un papel esencial y muchas influencias de otros géneros, algunas muy claras como la de Steve Reich en determinados temas. Las sucesivas capas de cebolla de sus diferentes etapas, a lo largo de varias décadas, nos dan la clave de un artista total a través de canciones de brillante veta melódica ("Space Oddity", "The man who sodl the world", "Life on Mars?", "Heroes", "Ashes to ashes" o "Let's dance", por poner algunos ejemplos), pero también está su interés por otros ámbitos como su incursión en el cine y todo ello con una puesta en escena de arrolladora originalidad. O su reivindicación, aprovechando su estatus de celebridad, por determinados derechos civiles en años en los que no era tan fácil luchar por ellos, también es un jalón importante en su biografía. Bowie, como todo gran artista, es un gran puzzle en el que cada pieza necesita el encaje con el resto para dar sentido al conjunto. Ahora es cuando se podrá analizar en profundidad su legado, aunque su influencia es muy palpable en otros artistas desde hace bastante tiempo. Semanas atrás veía dos de sus últimos videoclips (del disco "Blackstar") su premeditada despedida y me llamaron poderosamente la atención algunas coreografías que empleó (tan cercanas a Les Ballets C de la B). Estoy seguro que no es algo casual. También aquí supo ver más allá y captar elementos ajenos para su obra fusionándolos en su fértil, exuberante y genial discurso creativo.

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