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La Brújula

Hasta que no cate a Coover no sabrá si es el hombre de su vida

Afirma Coover (1932) en una reciente entrevista que la principal diferencia entre modernistas y posmodernos es que los primeros estaban influidos por el psicoanálisis y los segundos, entre los que figura él mismo en lugar preminente, lo están por la física de partículas y la desintegración. Y la idea es buena para abordar este camino atrás que constituye el eje de fuerza de Pinocho en Venecia (1991). Si Gepetto lo talló en madera y el Hada de Cabellos Turquesa lo volvió de carne, Coover lo recoge convertido en provecto ganador de dos premios Nobel, en la América donde lo varó Disney, y lo devuelve a Venecia con la sádica intención de destruirlo. Claro que decir esto, tratándose de Coover, es decir muy poco, porque el autor de Azotando a la doncella o La fiesta de Gerald es, ante todo, el mago de cuya chistera brotan corrientes interminables de palabras que son mundos. Si no están familiarizados con él, prepárense a una celebración del verbo que aniquilará su ingenuo concepto de la narrativa. Coover siempre es excesivo, pero hasta que no lo cate no sabrá si es el hombre de su vida.

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