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Lo escaso, lo abundante, lo caro y otros asombros científicos

Es probable que el lector forme parte de la legión de individuos que alguna vez ha considerado más barato comprarse una impresora nueva que reemplazar los cartuchos de tinta de la que ya posee. Y no se equivoca, porque un litro de tinta estándar cuesta lo mismo que un litro de Chanel n.º 5. Esta es una de las curiosas cuestiones que pueden aprenderse en este fascinante volumen, en el que, internándose en el asombroso mundo de la física, la química y la tecnología, se indaga tanto en lo escasísimo como en lo abundantísimo, lo carísimo o lo muy duradero. Por no hablar de armas, alimentos y drogas inverosímiles, o de objetos inexistentes que, sin embargo, están tan presentes en nuestro entorno como otros muy cotidianos que daríamos por fantásticos. ¿Cuáles son los doce productos químicos más peligrosos? ¿Y los labios más besados de la historia? ¿Y la mayor máquina nunca construida? Las respuestas, que pueden espigarse entre varios centenares más, están en las páginas de El elemento del que solo hay un gramo.

Leer una compilación de cuentos de fantasmas de Wharton o de James es una experiencia de la que ningún ser humano decente debe ser privado. Si el goticismo de principios del XIX llega a abrumar en su romántica desmesura, el cuento de fantasmas clásico ofrece, por el contrario, el equilibrio de ingredientes y la limpieza de ejecución que deberían exigirse a cualquier obra. Claro que, sin desmentir lo anterior, cabe que el escalofrío espinal desatado por un ánima en pena se vea redoblado con la sacudida generada por una ráfaga de humor inteligente o por el temblor de detectar una obra maestra. Tal es la temible condición que reúnen los diez relatos recogidos en esta antología, salidos algunos de plumas poco habituales del género. Obras de Jerome, Poe, Saki, Harte, Conan Doyle, Le Fanu, E. F. Benson, Twain, Kipling y Stockton, traducidas ex profeso para un volumen obligado en la biblioteca de todo devoto fantaterrorista.

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