Pocas actividades resultan tan placenteras como los desplazamientos que se realizan con motivo de una verdadera afición, desde participar en un torneo de ajedrez hasta presentar tu perro en un certamen. En esto se llevan la palma los deportes y el fútbol en particular, pero también el arte es uno de los motivos más frecuentes y apasionantes para el viaje cuando se trata de cultivar y disfrutar de una afición. Ya está cercano el desplazamiento a Madrid, que suele ser masivo, con motivo de ARCO y de las demás ferias que han nacido estimuladas por su convocatoria, aunque en realidad Madrid es destino artístico bastante habitual desde Asturias, como lo es Bilbao con su Guggenheim.
También León, sin ir más lejos, es un buen lugar al que viajar por motivos artísticos, por su cercanía, por el atractivo que la ciudad suele tener para los asturianos y desde luego por la programación del Musac, la posibilidad de visita el hermoso edificio cuya fachada tanto nos recuerda las cajas de acuarelas que nos regalaban hace mucho tiempo, y que fuera premio Van Der Rohe de arquitectura en el año 2007.
Pero si escribo hoy sobre León es por otros motivos. El primero una exposición de nuestro Luis Repiso en la galería leonesa de Ángel Cantero y luego, a propósito de eso, haber recordado que tengo una cuenta pendiente, no económica sino artística, con el Ayuntamiento de Gordoncillo desde finales del pasado otoño. En aquellas fechas, los pintores Lisardo, Ramón Moncada y yo visitamos allí el Mihacale; (es decir el Museo de la Industria Harinera de Castilla y León, una instalación museística, sobre lo que fuera una gran fábrica de harina, especialmente interesante por su tamaño, espacios e instalación y su ubicación), porque se anunciaba, patrocinada por la Diputación de León, una exposición titulada "Grupo el Paso. Informalismo leonés y derivaciones". Aunque luego la calidad de la obra expuesta fuera desigual como cabía esperar, el analizar la posible influencia de El Paso en los pintores informalistas leoneses era conceptualmente un tema de los más sugestivo, con el interés añadido de que entre ellos figuraban algunos que también son nuestros, como Elías García Benavides y Ramón Isidoro. Vimos la exposición y tanto el muy competente encargado del Museo, como más tarde el alcalde, nos trataron admirablemente y como nos apetecía saber más sobre el museo y promocionarlo en Asturias, cosa ante la que se mostraron encantados, intercambiamos direcciones, teléfonos y correos en abundancia, con el objeto de enviarnos amplia información y material fotográfico.
En eso quedamos, pero del Mihacale no supimos más y lo único que deseo y espero es que no se haya abandonado el proyecto. El caso es que recordé esta historia cuando me acerqué a León a ver la nueva pintura de Repiso, en lo que parece ser un viaje plástico hacia la abstracción desde su figuración naturalista de antaño y pasando, en la metamorfosis, por la atractiva articulación de una personal escenografía de planos y colores de regusto poscubista e inspiración de interiorismo arquitectónico, que sirvió para la ruptura con las formas y perspectivas convencionales. La evolución entre esa etapa y el progresivo despojamiento de la proliferación de formas y colores en busca de la claridad y la expresividad concentrada en la esencialidad de las relaciones de forma, espacio y color, se ilustra bastante bien en el conjunto de imágenes que componen la presente ilustración, pero ni las dimensiones de la galería ni el formato y el número de las obras más recientes ofrecen suficiente información sobre la nueva y prometedora pintura de Luis Repiso, con esas pequeñas figuras geométricas que estructuran el plano espacio monocromático y que exigen respirar en mayores formatos, profundizar en su creación dentro de la secuencia que parece seguir la lógica pictórica del artista, corredor de fondo, y desde luego espacios expositivos con mayores posibilidades.
